lunes, 26 de diciembre de 2016

¿Tecnologías sí o no?


¿Tecnologías sí o no?
El niño cielo

Esta tarde leía un artículo titulado Tecnoescepticismo, escrito por Enrique Dans, un especialista en el campo de la tecnología y su impacto social —aunque mejor visite el lector su currículum si lo desea— y dueño del sitio web enriquedans.com, en donde analiza la relación tecnología y ser humano.
La idea está clara: una buena parte de la sociedad tiene dudas sobre el futuro que nos depara el avance tecnológico; Enrique Dans no tiene dudas.
A veces usamos «tengo dudas» como equivalente a tener muy claro que algo no te gusta o no lo quieres.
El caso es que este debate entre si las tecnologías son buenas o malas ya es materia vieja para mí, pero sí es nueva la aparición de nuevos argumentos.
El otro día visitaba un fragmento de la película Modern times, de Charles Chaplin, y me vino como un flash el mundo tecnológico actual. En ese fragmento había una crítica a la industrialización, al sistema capitalista de esa época, opresión, clasismo… Charlot es un operario de una cadena de montaje, ese objeto que marca el ritmo de trabajo a los humanos que allí aprietan tuercas, concretamente tres: Charlot, débil, enclenque, «noob»; un fortachón de dos metros, aguerrido y diestro; y un vejete ya cansado al que le cuesta pero ahí está buscándose la vida. Son tres personas inarmónicas a las que no se adapta el objeto, la cosa, la máquina, sino que ellos se adaptan a la máquina. Se suponía que las máquinas eran creadas para servirnos; sin embargo, aquí los obreros son como esclavos de la máquina que marca un ritmo atroz, estresante, al que Charlot sucumbe vencido y es devorado por ella.
Cien años después, en esta época de revolución tecnológica podríamos preguntarnos si algún agricultor cambiaría su tractor por el arado; como podríamos preguntarnos si nuestros mayores —y no tan mayores— que piden la compra por internet en diferentes supermercados porque casi no pueden andar, no pueden conducir, no pueden coger peso, lo cambiarían por tener que buscarse la vida para poder tener comida y productos de limpieza e higiene; incluso en este último año hemos incrementado las compras navideñas —sobre todo regalos— a través de internet con empresas online como Amazon, pero quizás alguien quiera seguir yendo a El Corte Inglés y desesperarse con empujones y colas, para que además no quede ese regalo que han pedido a Papá Noel o Reyes Magos.
Otra cosa es que usemos mal las tecnologías. Claro, sucede, como también ocurrió con la era de las máquinas, cuando se construyeron objetos mecánicos para robar coches, o armas automáticas para matar más rápido —a mí me viene a la cabeza esa época americana de los gánsteres y el frenesí—; hoy tenemos virus informáticos, espionaje en la red, Big data robada…
Pero ¿son las tecnologías o los humanos? La pregunta es retórica, por supuesto. Estamos detrás de cada cosa que hacemos. Nuestros actos nos delatan. A lo mejor mañana un tipo detona una bomba y nos volamos todos por el espacio; pero no es el avance tecnológico, es la persona.
Si, por ejemplo, se quedan por el camino muchos parados, trabajadores con 58 años que tienen muy difícil reciclarse, es porque algo hacemos mal o podemos hacer mejor; invirtamos más en educación y humanidad. Pero también veo algunos jóvenes con 20 años quejarse de que no pueden trabajar aquí o allí y, sin embargo, tampoco estudian más o se forman o se esfuerzan.
Yo también fui escéptico. Pero mi mente abierta y, sobre todo, la Historia, así, con mayúsculas, me hicieron progresar. La Historia es una gran doctora, una gran docente que parece que arrumbamos ahí, a un rincón, quizás porque la asociamos a fechas memorizadas y a reyes y bandos. Pero hay una historia, una intrahistoria, una microhistoria, la humana, que nos desvela el futuro. Deberíamos escucharla. Si hubiesen escuchado cómo Julio César fue asesinado, por poner un ejemplo, no les hubiera costado augurar el «asesinato» político de algún líder hace unas semanas.  
Como dice mi amigo, «yo abrazo las tecnologías». 

Ceda el paso


Ceda el paso
Eva Tacazo

Hete aquí que llovía a porrazos, el cielo estaba gris húmedo y los viandantes de siempre, los de siempre, paseaban en coche.
Con este panorama caminaba de un lado de la calle Robin de Locksley, de los Locksley de siempre también, que había abandonado hace años Sherwood, cansado de ser un fuera de la ley. Ahora cumplía con hacienda. En lugar de arco, paraguas. A su mano una inocente niña.
Del otro lado de la calle, Little John. En lugar de bastón, paraguas. A su mano una inocente correa y 2 inocentes perrillos que no se tropiezan con él porque las piernas de John son chiquitas comparadas con su oronda barriga.
Ambos se colocan pegaditos a la pared para no mojarse, como suele hacerse estratégicamente en estas disposiciones acuáticas. La niña, protegida. Los perrillos, entre las piernas del forajido.
Ambos se van acercando ufanos, abatibles, sin conejos en el cinturón.
Ambos quieren pasar por el lado diestro de la acera.
Se van acercando, cada vez más.
No hay río, pero llueve a cántaros y el único paso sin mojarse es arrimarse al lado derecho todo lo que se pueda.
Están muy cerca. Ninguno se aparta, ninguno cede y…

miércoles, 14 de diciembre de 2016

El fútbol no se toca XIII


El fútbol no se toca XIII
Eva Tacazo

—¡Espera! Deja de remar. Me ha venido una cosa a la cabeza y…
—Es la cuarta vez en tres días ya.
—¿No te parece que la medicina se está vulgarizando?
—Hombre, la medicina, así, en general, pos no sé…
—Quiero decir los médicos. No los veo profesionales.
—A ver, ¿qué te ha pasao que te conozco como si te hubiera parío?
—Pues que fui al alergólogo la semana pasada, antes de decidirnos por Sicilia. Me dijo que me veía muy mal y que tenía que haber ido antes.
—Privada o pública.
—Privada. Pero no entro en ese tema… La cosa es que me dice también, ¡literal, eh!: «Con esto no vas a ser ni sombra de lo que estás».
—Chico un fallo hablando lo tiene cualquiera.
—¿Eh…? ¡Ah! No, no. No me refiero a eso. Me refiero a que llevo una semana y estoy igual que estaba. Igual.
—Ya.
—¡Hombre! Que me medique y ya está. «No ha funcionado, doctora.», y probamos otra cosa. Pero eso de la sombra y tal…
—La medicina no es perfecta, lo hemos hablado…
—¡Ya, coño!, pero no te hablo de la medicina, no la excuses. Te hablo de la alergóloga, de la persona, de la «profesional».
—…
—¿Por qué se aventura y me dice eso? Además, ¿sabes cuánto me costaron los seis medicamentos que me mandó?
—…
—80 pavos. ¿Cómo te quedas?
—En la pública con receta…
—¡Que sí, que sí! Si este mes acabo y ya no renuevo, ya te lo dije. Pero a lo que voy es a que…
—¡Ya, ya!
—Bueno, tú, que lo de vulgarizando tampoco te lo digo por eso solo…, son más cosas…, es como que lo noto, tío. A mí hace 15 años ningún médico me decía algo como «Vas a salir de puta madre de aquí» y luego estaba igual o peor, ¿sabes? Parece que haya que ser sociable y enrollao además de médico. Aunque diría que es una tendencia en todas las profesiones.
—Lo diría por tranquilizarte, hombre.
—¡Ah!, y ¿eso lo justifica? Me miente y… ¡Oh, no! Claro, ¡la postverdad! Ya hemos llegado al tema… Estoy harto de eso y solo lo conozco desde hace 1 mes.
—¿Seguimos remando o saco las mantas y hacemos noche aquí?
—…
—Mientras te lo piensas… A mí me preocupa más lo del fútbol.
—¿El qué?
—Pues yo lo que veo es mucha violencia… Y esta gente es ejemplo de muchos jóvenes.
—¿Solo jóvenes?
—Hum. El otro día Morata forcejeando con uno del Depor se tira el tío, ¡ala! Y luego sale a prensa y dice que es normal, que ellos se tiraron y él también, y no pasa nada y tal.
—¿Y?
—Tío, ¿qué están generando con esas conductas? ¿Vamos a aceptar ahora que tirarse y hacer teatro es lo necesario, lo normal, lo que hay que hacer en algo tan sagrado como el deporte? ¿Sabes que eso provoca al contrario…?
—Esto se ha hecho siempre…
—Pues peor me lo pones. Hay que empezar a cambiarlo. Además, que eso no es verdad. Puede que se haya hecho, pero no tanto como ahora. En baloncesto no pasa, tío. Y a mí como entrenador de chavales esto me duele.
—En la NBA creo que sí. Lo llaman algo así como «Flop».
—Bueno, claro, en la tierra del winchester y del «Te denuncio porque he engordado al tragarme una ración de pasta dentífrica para mi cepillo y esa información no la ponía en la descripción del producto» es normal que esto sea el balazo de cada día, pero…
—Ya. Aquí, la verdad, no se ve mucho en baloncesto.
—Ni en otros deportes. Ni siquiera en los violentos de por sí, como el boxeo o el judo. Yo he visto mucho boxeo, me gusta, y de todas las categorías; la última vez el mes pasado en Murcia. En el boxeo hay respeto, tío. Mi hermano estuvo 8 años en Kung Fu, y desde el primer día el profesor les dio directrices antiviolencia, incluso si se enteraba de que te habías peleado fuera del club te expulsaba…
—Eso es educar.
—Y luego lo que te digo: un crío de 18 le mete un puñetazo a un árbitro, ¿lo viste?
—No.
—Y es que encima el orangután ahora será Dios, ¿sabes?, para su equipo, para su afición… Se le aplauden.
—El que aplauda eso es un tarao. Como los que aplaudieron a Messi cuando iba a declarar su evasión fiscal y tal… Hay que diferenciar: jugador dentro de un campo, es el mejor; ciudadano, muy malo. Los que le aplauden y le excusan no se dan cuenta de que, si ese dinero que defraudan todos estos tíos estuviera donde tiene que estar, no nos subirían tanto los impuestos, probablemente, y otras cosas…
—Pues sí. Y lo que te digo: ¿adónde va todo eso? A la calle. ¿Viste el empujón que le metió un tío a una chica en el metro?
—No.
—Pues la tía bajó 8 escalones y fue récor Guiness… ¡Tío, pero por qué esa chica tiene que dejar de ir a… comprar anchoas, yo qué sé…, a recoger a su gato…, me da igual…, y ahora tiene que ir al hospital, luego a la Policía, baja en su trabajo…!
—El gato desesperao…
—Hum. Luego a juicio, puede que psicólogo… ¡Tío, ya está bien! ¿no?
—Sí. Totalmente.
—Y si no el otro día, antes de partir, que me llega un video de un tío que, ¿no te lo he contao?, para tener más seguidores en youtube se graba y le llama a un tío caranchoa. ¿Lo has visto?
—Ese sí. Vaya mamón.
—¡Mamones! Ambos. Aquí no excuso al otro que le metió un puñetazo. Ese que pague su agresión. Pero ¿al otro qué le va a pasar, eh? ¿Nada? El otro se lo dijo tres o cuatro veces, cuando ya le había advertido que así ni le llamara más y que se largara.
—Sí, es como que me arrimo en la disco a una y disimuladamente le toco el culo. Se da cuenta y me dice que no haga eso. Se lo vuelvo a tocar. Me vuelve a decir con más enfado que no y que me vaya. Y se lo toco otra vez.
—La provocas, tío. Eso no se hace.
—La ostia que me llevo tampoco está justificada.
—Por supuesto que no. No debería eximirla de culpa, es que tu estás ya pasando una ralla muy clara y que no te apetece por reírte o por grabarte o lo que sea. Tío eso es de enfermos… Ni uno ni otro. Cada uno su culpa o responsabilidad o lo que sea.
—Lo entiendo.
—…
—…
—Es que yo sé, porque soy entrenador, que hay otros entrenadores que desde que tienen 8 años les dicen a los críos: «O el balón o el tío, pero los dos no pasan».
—El mundo es muy competitivo… ¿Capitalismo humano?
—Me da igual. ¿Sabes lo que digo?
—Te lo digo en serio. A ti te echarán a la calle porque tus jugadores no son competitivos.
—¡A la mierda la competición! Soy responsable de educar personas.
—Sí. Pero ¿quién te lo va a agradecer? Eres un idealista.
—Como tú.
—Yo ahora estoy en el otro lado… Además, la verdad ya no existe.
—No es solo que no exista la verdad, es que no existe mi verdad ni tu verdad.
—Existirá una… multiverdad o algo así.
—Ya pero «Llueve» y «No llueve» al mismo tiempo es un poco raro…
—¿A lo mejor puede «Mediollover»…?
—No me jodas, mediollover es llover.
—Ya. Es verdad, coño.
—Pos eso.
—Bueno. ¿Seguimos remando que no llegamos a Sicilia?

lunes, 12 de diciembre de 2016

Pienso, luego sufro


Pienso, luego sufro

Paula Giménez Martínez, 3º ESO



Llueve, llueve, llueve como si las nubes sintiesen su dolor, como si las calles de Berlín fuesen su alma, la cual poco a poco va pisando, despedazando, mojando y destruyendo.

¿Que por qué está así? Es muy sencillo. Piensa, piensa demasiado, es inteligente y ve cosas que la gente no ve. Ve la pobreza, ve la destrucción, ve el hambre, la guerra, la hipocresía, la maldad; ve cómo el mundo va poco a poco siendo destruido por seres que la necesitan para vivir. ¿Tendría algún sentido quemar tu propia casa? ¿Y romperla? ¿Tendría algún sentido ir poco a poco destrozando las paredes? No, no lo tendría; entonces ¿por qué, por qué los humanos maltratamos tanto el mundo que nos da la vida? ¿Por qué? ¿Por qué no pensamos?

Por eso sufre, y es que no entiende por qué.

Y lo peor es que no es algo ajeno, es algo que sucede en su propia vida, ¡en su propia casa! Su madre tira las colillas al patio de su casa, su padre deja la basura al lado del cubo, ni se molesta en meterla dentro; y sí, pueden parecer cosas simples, mundanas, pero ¿y si no fuese así?, ¿y si cambiasen las cosas? Siempre que lo piensa sus ojos se iluminan y la esperanza llega y empieza a ver las cosas buenas. Por la lluviosa calle de Berlín parece que algo resurge de sus cenizas y comienza a ver cosas buenas, pero siempre, siempre, siempre ocurre lo mismo, la tragedia llega, los pensamientos resurgen y todo porque alguien, hombre o mujer, niño o niña, tira algo al suelo: un cigarrillo, un papel, ¡incluso un chicle!, y la desesperación renace y vuelve a su angustia.

Continúa andando en busca de alguien, alguna persona que le salve de esta amargura que le come por dentro, pero no hay nadie, nadie que pueda salvarla de la realidad.

Entonces se detiene un momento y piensa, sí, piensa más y se pregunta: ¿por qué ahora?, ¿por qué antes no se daba cuanta de estas cosas?

En su niñez todo estaba bien, no pasaba nada si la gente hacía cosas malas, nunca pasaba nada, todo era perfecto y… ¿por qué ahora?, ¿por qué sufre?, ¿se habrá explotado la perfecta burbuja en la que vivía? Eso parece…

Y ¿cómo es posible que nadie más lo vea?; espera, ¿nadie más lo ve? La locura llama a su puerta y no puede más, no aguanta más. Va a explotar de un momento a otro, entra en un bucle, lo mismo de siempre, y tiene que gritar, lo tiene que soltar, y…

Grita.

De repente la calle tranquila de Berlín se gira a observarla…

¿Cómo puede ser que con tan solo 15 años vea las cosas tan obvias que la gente ignora?



domingo, 4 de diciembre de 2016

Historieando


Historieando
La niña lluvia

Desde que extravío pelo me acaecen elementos asaz rarunos.
El otro día troto al banco y me dice el fiscal:
—Con la venia, cuarto y mitad para el coto privado de caza.
Yo, pasmado y empayasado, decido abrirme camino con mi kayak hasta mi siguiente rupestre. Pero, mientras mis músculos prosperan a golpe de estado, pedaleo casi sin dormitar antes de encumbrar el quinto elemento, donde el asfalto ya no crece ni multa ni permuta. Era el momento exacto y primigenio de aclimatar todos mis papeles, así que pedí ayuda a un submarinista cojo que conocí siguiendo sus huellas. ¡Oh, qué época aquella en la que los políticos dejaban huella! ¡Los aquelarres de antes sí eran aquelarres!
Venerando tierras salvajes fui a parar al hogar del mecánico para que me cambiara el aceite.
—¿Puedo cambiarle el aceite mientras escruta mis paredes?
Le respondí que sí y solo si tenía el B1 de chulapo de barra fija. Me trajo 2 cubatas mal ordeñados y desfiló ante mí, ebrio de hebras de azafrán y otros objetos como leones y pingüinos dorados al sol. Al son de mi burbuja dupliqué la pantalla, pero no logré que saliera queso. El queso es bastante difícil de desatascar. No lo hagan en casa ni en las paredes más recientes. Es una exhortación.
Los límites de mis meninges se atrofiaban a mi entorno. ¡Nunca supe encender al camarero!, así que le pedí el menú y la cuenta. Más que nada, todo. Cuando llegó a mi mesa me ofreció una tarjeta de crédito, así, por la boca, por la calle, sin metro ni nada, vino de golpe, Ribera, creo. Sentí aquello que enfría, no recuerdo ahora mismo su inválido nombre, pero seguro que estaba allí, acechándome mientras yo policiaba con todos detenidos. A lo mejor ya habían tenido sobresaliente. Les dije:
—¡Deténganse!
Registré sus escandalosos agujeros del pantalón violáceo, hurgando cada herida hasta supurar conciencia. Era todo bastante férreo y afectado, como una nube plantular o algo como ello. Estaba todo museado, rezumaba un estilo perturbador y glosario, distinguiendo golfos y cabos, mares y océanos, centenas y centenos. Os aseguro que habría estrangulado su ociosidad si, en un momento prestado, hubiera necesitado su presencia o, como querría decir después, su esencia.
Las marcas aseguraban que podría haber primarias y, destapando el Nobel, pudimos viajar por navidades esbeltas, diseñadas por carteristas y ogros de sofá y puro, también café, un café lynchiano, ese que se babea además de sorberlo. Su cara se heredó de unos a otros, sobre todo en los domesticados. Savia de ti y de mí, que se desbordó durante años en canales espesos y metálicos. Ellos no lo saven, pero suponía varias semanas de arduas vacaciones gratuitas, aunque las pagaran de antemano, no sé si como las facturas duras y enaguadas.
Su madre telefoneó un rato:
—5 y 4.
Y esperó durante 5 años la llamada. Nunca llegó. Internet no estaba en el mercado abatible. Los cerezos en flor eran machacados en Mordor por su color. El color a queso a veces lo es todo. El barco era lo típico y yo eso no lo quería hacer. Me iba a Noruega en diciembre y ya no quería poner más. El censo era el máximo responsable y no quería poner más.
Mi kayak se estropeó antes de enviar nombre a Oslo, a la que yo mismo bauticé épicamente. Y, sin que el desdichado trajee su traje, balconamos instintos y entumecimientos baratos, a veces ayeres.
—¿Dijiste a?
—No, pero todavía sí.
Eso fue nada, ilustre destinatario. No compartí chasquidos sino congelaciones barias.
Y solo una flor me enseñó a pescar.
Una flor...

viernes, 18 de noviembre de 2016

Solo puede quedar uno o ¿Quién es peor?


Solo puede quedar uno o ¿Quién es peor?
Eva Tacazo

El tipo caminaba cansado, con una mochila resbalada en su espalda y con la dejadez de un joven de 33, harto de ver el mundo en blanco y negro, que cruza con ansias la semana de duro tajo, sábado por la mañana incluido, para agarrar cuanto antes el sofá y esperar de su madre un plato de comida para chuparse los dedos.
Venía en mi dirección y a la altura de mi triste figura sacó las llaves de su casa y gritó:
—¡Eh, capullo!
Me giré y vi cómo se dirigía a un traje con corbata, gafas, poco pelo, que salía de la puerta a la que el operario se dirigía. Aquel no le contestaba así que volvió a la carga:
—¡Eh, capullo!
Al principio me sonó a aquello de «¡Eh, capullo!, ja, ja, ja, ¿cómo estás?, ¡cuánto tiempo sin verte!». Pero había algo muy chiquitito en su tono, apenas se percibía, y que sonaba más bien a «¡Eh, capullo!, ¡te voy a reventar!». Seguí mirando y añadió:
—¡Hijoputa! ¡Deja de insultar a mi madre cuando te la cruces o te mato, cabrón!
El traje seguía caminando de espaldas. No se giraba. Pero caminaba con titubeo, con ademán de detenerse, hacía algo raro, pero no se detenía.
Yo estaba a punto de volver a mi viaje espacial hacia la copistería para imprimir el pase al B1, cuando el traje con corbata se giró a lo Burt Lancaster, alzó el brazo a lo Samuel L. Jackson y empuñó su móvil contra el otro, con la cámara activa, mientras gritaba:
—¡Repítelo! ¡Vamos!
Se acercó a su enemigo cada vez más. Se había transformado en un superhéroe. ¡Móvilman!
—¡Repítelo y te denuncio! ¡Vamos, que ya está viéndolo la policía!
El otro se quedó callado, mirando fijamente la pantalla y siendo consciente de que si no contenía su bravura acabaría entre rejas, y tardaría mucho en volver a probar la paella de su madre.
—¡Venga, repítelo si tienes huevos! ¡La policía te va a ver!
El currela examinaba a lo Clint Eastwood, con los ojos entornados y maldiciendo por dentro; pero no tenía la serenidad del vaquero. Tampoco llevaba rifle. Y en ese momento el traje amplió:
—¡Repítelo! ¡Repítelo, cobarde de mierda!
¿«cobarde de mierda»? —el agredido muta en agresor—. Fue entonces cuando todo se me cayó abajo, cuando dejé de empatizar con el traje, y con su corbata, y con su calva... Fue entonces cuando desprecié a móvilman, al hombre que antes había inmovilizado a su enemigo, a su acosador.
Ahora que se sentía fuerte por empuñar un móvil, el arma definitiva contra el malhechor, ahora era cuando se percibía al verdadero Traje. Antes era la víctima. Ahora el verdugo. Le provocaba, buscaba alterarle para que cometiera un error y toda la furia policial y judicial cayera sobre su vecino.
Me giré totalmente desalmado. Una vez más, el mundo superaba la ficción.









jueves, 17 de noviembre de 2016

Plurilingüismo o ¿Adónde vamos?


Plurilingüismo o ¿Adónde vamos?
Eva Tacazo

En el mileni del «I’m offended» y el ser acomplexat, els citizens of the mundo caminen pel vertiginoso defile nacionalista of the reivindicació del yo. Sembla que ha grown the falta of autoestima i algunos ciudadanos need to llamar la atenció para que el món no els ignore, para que the universe no els ignore, para que Zeus tronante doesn’t ignore them desde el Olimpus.
The populismos grow com the mushrooms en Conca y avanzan like a mocus apestós. And los acomplexats del world no have altra cosa que to think que per a sol.lucionar su falta de personalitat tienen que to look for alargamientos de penis casolans, es decir, proyeccions de their «yo» inmaduro y empty, como son the lenguas.
El matrix acomplexat deploys su llengua amparado en la lie llamada bilingüisme o plurilingüismo que se suma a un 30% de mentira sense which la vida sería insufferable. And there camina ufano el bárbaro nacionalista o claim que la seua lengua ha sido agredida and la best solución que se le ocurreix a eixa cabeza genial es to do the mismo a otra lengua.
Para example la Comunidad valenciana. Una mesure extraída a lo Groucho Marx is que si els colegios accedeixen a un 50% de sus hours lectivas in valenciano, so sus alumnos obtendrán una certification del título C1. Others que no accedan a aquest iter sino que escojan einanderer con menos valencià —30% de valenciano— no obtendrán eixe certificate. The pregunta est «¿Alors die primeros sí tindran que superar un examen de castellano?», parce que los segundos tendrán to dolo avec el von valenciano…
Et després está lo del inglés. Resulta que der profe de Coneixement del medio oder de Educación física necesitan un B2 de inglés pour ejercer su labor docente porque peu to touchles impartir su asignatura en englisch. Como si un B2 supliera los 20 anys que llevan sin estudiar, además de que serían la mayoría LOGSE students, es decir, que algo de gramática sí mais de fonética y listening y speaking nothing de nothing. Ergo el profe de Conocimiento of the medi, avec sein buena voluntad, dirá «/jous/» y el de Inglés «/haus/». ¿Confusion?
—I ¿la demographie or the rius of Espagna?
—Ne importa pas. Here seremos tontos sed, ojo, con dos idiomas, o tres, or quatre.
Totus for equaldat —evclús l´absurd máximum.
¿Qué sorprandum s‘emportaria Julio César ut resurrectara sudenpente, adeplus de apenarse by to habener 30 gladiadas in sein cuerdy? Exclamaría: «Dónde es troba my sprache latein», becaque Juli would ser plurilingüe too.
La language c’est aixòllo que nous pusa in contacto ety ens apropinqua every tigada mos.
Y ahora parece que nos aleja. 


Si no eres plurilingüe estás perdido, pero yo te quiero ayudar, porque solo me mueve comunicarme contigo:

En el milenio de «Eso me ofende» y el ser acomplejado, los ciudadanos del mundo caminan por el vertiginoso desfiladero nacionalista de reivindicación en del yo. Parece que ha crecido la falta de autoestima y algunos ciudadanos necesitan llamar la atención para que el mundo no les ignore, para que el universo no les ignore, para que Zeus tronante no les ignore desde el Olimpo.
Los populismos crecen como los champiñones en Cuenca y avanzan como un moco apestoso. Y los acomplejados del mundo no tienen otra que pensar que para solucionar su falta de personalidad tienen que buscar alargamientos de pene caseros, proyecciones de su «yo» inmaduro y vacío como son las lenguas.
El matrix acomplejado despliega su lengua amparado en una mentira llamada bilingüismo o plurilingüismo que se suma a un 30% de mentira sin el cual la vida sería insufrible. Y allí camina ufano el bárbaro nacionalista a reivindicar que su lengua ha sido agredida y la mejor solución que se le ocurre a esa cabeza genial es hacerle lo mismo a otra lengua.
Para ejemplo la Comunidad valenciana. Una medida extraída de Groucho Marx es que si los colegios que acceden a un 50% de sus horas lectivas en valenciano sus alumnos obtendrán una acreditación del título C1. Otros que no accedan a este itinerario sino que escojan otro con menos valenciano —30% de valenciano— no obtendrán ese título. La pregunta es «¿Entonces los primeros sí tendrán que superar un examen de castellano?», porque los segundos tendrán que hacerlo con el de valenciano…
Y luego está lo del inglés. Resulta que el profe de Geografía o de Educación física necesitan un B2 de inglés para ejercer su labor docente porque puede tocarles impartir su asignatura en inglés. Como si un B2 supliera los 20 años que llevan sin estudiar, además de que serían la mayoría alumnos LOGSE, es decir, que algo de gramática sí pero de fonética y listening y speaking nothing de nothing. Así que el profe de Geografía, con su buena voluntad, dirá «/Jous/» y el de Inglés «/Jaus/».
—Y ¿la demografía?
—No importa. Aquí seremos tontos pero, ojo, con dos idiomas, o tres, o cuatro.
Todo por la igualdad —incluso el absurdo máximo.
La lengua es aquello que nos pone en contacto y nos acerca cada vez más.
Y ahora parece que nos aleja. 


Hablar sin tener ni puta idea


Hablar sin tener ni puta idea
El aprendiz y Luisa Gimena

—Vale, bueno, tenemos conceptos distintos de lo que es la razón y de cómo usarla.
—Sí, eso sí. A ver, tal y como yo lo veo, la lógica es universal, pero la razón es individual, por tanto, mmm, tienes razón.
—Por supuesto que tengo razón.
—Entonces lo que tenemos claro es que cada uno razona de manera diferente. Es cierto que confluimos en algunos razonamientos porque la lógica es universal, pero, claro, hay mil caminos para llegar a un destino.
—Ya. Bueno, lo que yo quería decir es que no estoy de acuerdo contigo con lo de las olivas  y las aceitunas, y no vamos a llegar a ningún «destino» juntos.
—…
—Pero por lo que dices.
—¿Por lo que digo?
—Sí, por el contenido… La lógica de cada uno también es individual.
—No, no. La lógica es universal. No existe la lógica de cada uno. Existe el razonamiento de cada uno. Lo dijimos antes, ¿recuerdas?
—A ver, Donald Trump es como es, y lógico es que sus políticas sean consonantes o coherentes con él. ¿Es xenófobo? Pues sus políticas son el instrumento para conseguir su fin. ¿Es nacionalista? Pues exaltación y Proteccionismo.
—No, no. Es razonable, pero no lógico. A mí la lógica me dice que la xenofobia está mal, entre otras cosas porque yo no soy de aquí. Yo no soy español y lo sabes. ¿Cómo voy a ser yo xenófobo? Sería contradictorio, disonante, incoherente, enfermizo… Si hay dos ideas que te suenan, repito, te suenan, lógicas y son contradictorias, o sea, que las aceptas a pesar de la contradicción, entonces el instrumento mediante el cual estás realizando ese juicio es tu razón. O sea, es tu opinión, pero no es impepinablemente la verdad ni por supuesto lógico.
—Trump es descendiente de alemanes y escoceses…
—Y, sin embargo, ataca a los inmigrantes. Eso es contradictorio. Debería ayudarlos, como EE.UU. hizo con sus antepasados…
—…
—Lo que pasa es que por su causa, su razón, la que sea, para él está bien rechazar a los mexicanos y a los musulmanes y…
—…
—Y está bien para él porque, dadas sus circunstancias (sociales, económicas, educativas, etc.), el tío razona de un modo que afirma o acepta como «lógico» algo que aparentemente no lo es.
—…
—Y ese instrumento que convierte cosas ilógicas en «lógicas» (cosas malas en buenas) es la razón.
—…
—Había un psicólogo que decía que el cerebro es el órgano encargado de buscar razones para justificar lo injustificable… Y esto son aceitunas.
—Olivas.
—La lógica son matemáticas y la razón filosofía. Así lo veo yo… ¿Cuántos teoremas contradictorios existen? Cero. ¿Cuántas teorías o hipótesis? Tantas como autores. Pregunta cómo las llaman en Jaén. Aceitunas.
—Son olivas. Y tu definición de lógica no es universal.
—Ah, ¿no? Y ¿eso es todo? Argumenta por qué.

Unas dos horas más tarde…

—Te argumento
—Estoy en el gym
—Bueno, pues solo lee y ya me contestas
Me he molestado en buscar para ver si es que mi concepto de lógica es exactamente como tú dices porque, si fuese así, yo no llevaría razón, y la verdad es que con las dos definiciones que he visto mi argumento tiene sentido y el tuyo no, no te voy a mentir
He buscafo logica  y las dos primeras que te da google españa
Una incluye filosofía en la definicion cosa que tu has asociafo a la razon y hss separado de la logica
Y la otra dice metodo de razonamiento
En el que las idead se manifiesta de forma coherente
Si en vez de intentsr desmentir lo que dices hubiese dado mi opinión
Habria empezado por: para mi algo logico es algo que tiene sentido. Y como la mente esta influenciada por la familia, la religion, la educación, los principios… Lo que tiene sentido para mi, no lo tiene para todo el mundo.
Problablemente lo qur une a los distintos grupos sociales son las creencias formadas a partir de las cosas que he dicho un poco antes en este mismo parrafo, es decir una logica comun, que se diferencia de la lógica de otros grupos sociales
Escucha
He encontrado algo
Qur hace que tengas razon
Es la ciencia que se basa en las leyes, las modalidades y forma del conocimiento cientifico
Propone estudiar los metodos y los principios adecuados para identificar el razonamiento correcto
Frente al que no lo es
Osea que segun la logica
Lo que hace Donald Trump esta mal
Aunque hays distintos razonamientos rodeando a Donald Trump
Y los que consideramos que esta mal, somos los logicos 

lunes, 10 de octubre de 2016

Los auriculares o La realidad


Los auriculares o La realidad
El niño cielo

El materialismo en exceso, como casi todo, es muy malo. Pero no me negarán que las cosas tienen cierto valor. Hay cosas que aparecen en nuestras vidas como algo fresco o divertido; hay cosas cuyo valor desconocemos hasta que son creadas y puestas en nuestras vidas. En estas veo yo los auriculares.
Resulta que decide uno caminar por la realidad: puede uno ir a por el periódico, al estanco, al súper, a por sus hijos al cole, al banco —la cosa se va poniendo cada vez más bonita—, al examen de conducir o B1 de inglés… En un momento dado puede echar de menos unos auriculares. Escuchar la música que a uno le gusta en ese momento dado puede salvarnos la vida. La realidad es demasiado insoportable para prestarle toda nuestra atención, así que uno puede decidir libremente ponerse sus canciones favoritas, incluso tararearlas aunque le miren a uno por la calle —escuchar a Robe «Carne y hueso. Se muere el mundo de hambre alrededor», en La ley innata—:
—(Mira el flipao ese).
—(¡Qué miras, infeliz!)
Puede dejar uno de pensar que en su trabajo ha oído noticias de que pueden cerrar y empezar los despidos, por ejemplo. Cuestionaba Millás que alguien pudiera soportar el 100% de realidad, decía que por eso nos engañamos y aceptamos o nos gusta que nos engañen en aproximadamente un 30%. Después de observar un poco parece que la realidad crece en su«insoportabilidad». ¿Qué tal si añadimos un porcentaje más de evasión?
Cuando uno camina a por el periódico, al estanco, al súper…, puede uno encontrarse, por ejemplo, con una joyería que cierra, con un salón de juegos que abre, o con un local que está en obras. Mira uno ese local y piensa que es otro negocio que cerró. Otro mira ese local y piensa que es otro emprendedor que surge y se arriesga. Hay también quien mira ese local y ve que hay una inversión alta en levantar un barra de bar, en mesas, en albañilería y fontanería para un baño de minusválidos. En último término está el que mira y ve el fracaso de un negocio anterior pero que se ha transformado en lucha y ganas para no rendirse y decirle a la vida «Basta»; ve que está uno ahí mirando cada detalle, la zona del negocio, el tipo de gente que habita, preguntándose si sepia o calamares, si mantel de plástico, de tela o de papel, si televisión, si internet, si periódico a diario, si un camarero, si el menú a 9,95 o 10,95, si postre, si camisa blanca.
Entonces acaba la canción, pero empieza otra.

martes, 20 de septiembre de 2016

La entrevista o La burbuja académica


La entrevista o La burbuja académica
La niña lluvia

—Buenos días.
—Hola, buenos días.
—Siéntese.
—Gracias.
—Usted debe ser…
—Aurelio Sabater Equipado.
—Eso es. Muy bien. Aquí veo que es usted Licenciado en Periodismo y Ciencias de la información en la Universidad de Harder… Licenciado con honores, según señala usted.
—Exacto.
—Además tiene un Grado en Marketing y Administración de empresas. ¿Matrícula de honor?
—Aha, sí.
—Muy bien. Luego hizo un doctorado en Gestión de la información.
—…
—En el instituto dirigió usted la radio durante tres años…, y luego 1 año en la radio local y dos años en Telecindra, que es…
—La televisión de mi pueblo.
—Aha… Ha creado usted un periódico digital, elveritable.com, y lo ha gestionado durante cinco años…
—Photoshop, Excel, MasterEditor, bla, bla, bla… Inglés C2… Vaya, Nosotros estamos considerando como mínimo el DMaster…
—Estoy ahora mismo en ello. Sí tengo el DMaster en Chino, eso sí.
—Bien. Veo también… el Toefl y…  Alemán B2, Francés B2, ¿Ruso C2?
—Sí, mi madre es rusa.
—Y Polaco B1. No está mal… ¿Publicaciones?
—Dos ensayos en la editorial Fidelius: ¿Qué es periodismo?  e  Implicaciones laborales en un entorno constructivo.
—En Aficiones señala usted que ha dirigido una película documental, El tiempo cero,  y recibió el Premio Nacional de cultura. ¿De qué trata?
—Es un documental que investiga el momento en que el ser humano se torció en la aventura de su existir y cómo los tiempos sucesivos han ido girando en una espiral cada vez más autodestructiva, a pesar de las señales que invitaban a cambiar con un pequeño esfuerzo de todos.
—Hum… Participó usted en los juegos olímpicos en 100 metros vallas, en mariposa y en salto de pértiga. Dos medallas de plata y un oro…
—Considero el deporte como un elemento fundamental en el quehacer humano que ayuda a la mente y nos equilibra.
—Fue subcampeón de España de ajedrez y campeón del Proyecto El arte de la guerra para jóvenes estrategas con 17 años.
—Sí. Necesitaba algún reto personal en aquella etapa.
—Entiendo. Vamos con una serie de cuestiones… ¿Está cansado?
—¡No, para nada! El psicotécnico fue rápido. Acabé antes del tiempo y parece que los resultados han sido excelentes.
—Estupendo, vamos allá. ¿Cuáles son tres de sus defectos?
—Soy puntual. Me obsesiona acabar lo que empiezo y…, no sé, no puedo controlar el ansia de aprender y ser mejor cada día.
—Hum… ¿Por qué las burbujas son redondas?
—Bueno, yo diría que el círculo es la figura geométrica más económica, así que… consigue el mayor rendimiento con el menor esfuerzo.
—Siguiente: ¿si vieses que tu cuerpo se ve reducido al tamaño de una hormiga en una batidora y tienes un minuto antes de enchufar la batidora y morir qué harías?
—¡Vaya! Sorprendente. A ver, teniendo en cuenta que mi masa ha disminuido mucho, mis músculos tendrán más fuerza y podría saltar fuera de la batidora… Sí, supongo que eso es lo que intentaría.
—¿Por qué razón las tapas de las alcantarillas son redondas?
—Pues… Pues… Puestos a imaginar, no sé, las tortugas ninja viven ahí abajo y si de repente quieren llamar a la pizzería El relámpago solo una pizza redondita familiar cabría por ahí…
—Eres capitán de un barco pirata y tu tripulación debe votar cómo se repartirá el botín. Si menos de la mitad no están de acuerdo contigo morirás. ¿Cómo vas a convencerles para mantengas una buena parte del tesoro y sobrevivir?

—Les diría que yo me quedo con un 10%. El resto pueden repartirlo. Y añadiría que les diré dónde conseguir más.
—Estupendo. Sí… ¿Medalla Fields?
—¿Cómo?
—Si tiene Premio matemático Medalla Fields.
—Bueno, eso… No. Yo no…
—Ayer tuvimos dos Medallas Fields en la entrevista y…, bueno… por eso lo pregunto.
—…
—¿Doctor Honoris Causa?
—Eh…, no… No…
—Ya veo. No sé… Es que, claro, es todo muy común, ¿verdad? No sé qué podría diferenciar más…
—…
—Ehhh, ¿Nobel?
—¿Cómo?
—Si es usted Premio Nobel.





domingo, 18 de septiembre de 2016

Somos lo que educamos


Somos lo que educamos
El niño cielo

Domingo por la mañana, bien prontito, me aburro y digo: «Voy a abrir el Twiter a ver qué me encuentro». Y, creyendo que uno se va a quitar las legañas con la idiotaexpulsión de un gran hermano, me sorprendo con una foto de un gráfico sobre educación en el mundo (países de la OCDE). ¿Fuente? La OCDE. España está a la cola en inversión educativa.
Visto así, rápido y hoy en día, siendo una nación esta que se resquebraja a pedazos y al borde de unas terceras elecciones —cerca de unas cuartas y a vista de unas quintas—, no es para prestarle atención, ya que además sabemos que desde hace años estamos en el precipicio de los resultados académicos.
Pero mira uno la fotito esa, por curiosidad, porque no se lo puede creer, porque puede ser falsa, porque las legañas, porque lleva un cubata en la mano o porque es educador, etc., cada cual que elija una causa, y se da cuenta de que estamos en la misma línea que Chile, Italia o Eslovaquia. ¿Eslovaquia? Resulta que Eslovaquia invierte casi lo mismo en educar a sus polluelos que nosotros. «¿Se han vuelto locos?» «¡Eso es tirar la casa por la ventana!».
Googlea uno «pib españa» y sale una imagen enorme: 1,393 billones USD (2013); «pib eslovaquia», 97,71 miles de millones USD (2013). No hace falta ser doctor en matemáticas ni tener la Medalla Fields para que la mente se dispare, vuele la imaginación… En Eslovaquia hay unos 5 millones de habitantes y en España unos 48 millones. Está claro que nos tomamos la educación ¡muy en serio!
Os voy a hacer una confesión: estaba un día por casualidad en un colegio con unos visitantes circunstanciales: profesores y alumnos suecos. El caso es que entablo conversación con una alumna y su profesora. Me hicieron una pregunta que aún hoy me impacta: ¿Por qué hay vallas y muros en el colegio?
Este punto y aparte era para reflexionar. La pregunta lo merece. No daban crédito a que necesitáramos muros para que los alumnos no se fueran de un colegio, lo que da una idea que lo que interesa la educación a muchos ciudadanos de este país. De la misma manera se sorprendían de los índices de fracaso escolar en secundaria y otras cosillas.
Recuerdo que me sentí tercermundista.
La inversión en educación no se ve en los bolsillos de los ciudadanos. Si ahora invirtiéramos de repente el doble —y no en ordenadores, que parece que es el único recurso, sino en más profesores y menos niños por aula— nadie llegaría mejor que antes a fin de mes. Además somos un país de urgencias, queremos resultados ya: mientras yo viva, mientras yo gobierne… ¡Claro, es que ponerme a recoger papeles del suelo o no tirar pipas, en definitiva, ponerme a cuidar el medio ambiente, cuando no veré resultados hasta dentro de 200 años, es decir, yo ya habré muerto…! ¡Ponerme a invertir en educación en pleno mandato cuando eso no da votos y en cuatro años podrían ventilarme por no haber invertido ese dinero en, no sé, devolver 400 euros en la renta o ayudas a compra de vehículos o bajar un 0,3% la luz…!
Pues ya está. No nos rasguemos las vestiduras. Somos lo que educamos.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Incendios


Incendios
La niña lluvia

—A mí me parecen cosas raras, Eugenia. En esas cabezas hay cosas poco claras…
—Bueno, no tanto, tía. Conozco parejas que se han divorciado y luego han tenido un hijo.
—Pero ¿cinco meses después? Raro. Abatible. Líquido.
—…
—Javi dice que en esos cinco meses la ha visto tres veces y, por supuesto, nunca en la cama. Además estaba siempre delante su abogado.
—…
—Se lo ha inventado, Eugenia. O eso o es de otro... Y se lo quiere encasquetar… Pero cuando se haga la prueba de paternidad será cuando salgamos de dudas.
—Mira, tía, para raro lo de mi jefa. Va y me cuenta que cuando va conduciendo con su hijo de cinco años, si pasa de 60 kilómetros por hora el niño empieza a llorar y a decir «No más, no más». Y si sube a 80 entonces el niño sigue pero grita. Y así… Con lo que tiene que bajar la velocidad y no pasar de 60. Sospecha que el niño le quiere evitar un accidente, algo así como los «precog» de Minority report, ¿sabes?
—Y ¿tú te lo crees?
—Tía, ¿crees que miente?
—Joder, Eugenia, tu jefa es una fantástica.
—Demuestra que miente.
—¿Qué dices?
—Tía, me molesta mucho que dudes de una mujer. Si hubiese sido un hombre te lo creerías, como te crees a Javi.
—De eso nada. Y no lo puedo demostrar porque para eso tendría que acelerar a 140 y poner en riesgo la vida de dos personas, y si hubiera un accidente me dirías: «¿Ves?». Y encima quedaría en mi conciencia. Pero no le des la vuelta a las cosas como haces siempre, yo no miro el sexo o el género de una persona para juzgarla.
—Pues deberías. Bastante yugo soportamos ya para que nosotras mismas… Es lo que dice mi jefa: «la segunda guerra es entre nosotras».
—¡Ah! Y ¿la tercera? ¿El cepillo de dientes que se introduce en la boca a modo de violación y rasca y rasca?
—¡El sarcasmo es el recurso del débil!
—¿Esas frases lapidarias las sacáis de un libro de autoayuda? Por cierto, ¿tu jefa también piensa igual con esa movida del ajedrez?
—Por supuesto. Lo condenamos.
—¿Ambas?
—Las mujeres lo condenamos. Y tú eres expéctica de esas porque no te lo han explicado aún.
—No me hace falta.
—Tía, el más importante es el rey, es el privilegiado, por eso se le mata el último. Y a la que todos quieren matar es a la reina.
—La fichas no se matan. Se capturan. Pero, bueno, es igual, déjalo, no pierdo el tiempo con esas cosas.
—Esa es la actitud pasiva que nos somete. Siempre te lo digo. Debes aprender a superar ese estado de inactividad primario para trascender y ver la profundidad de la vida.
—¡Ya! No, es que…, verás, yo lo veo más bien… racista: empiezan blancas.
—¿Empiezan a qué?
—Quiero decir que el primer movimiento lo hacen las figuras blancas, por tanto llevan ventaja. ¿Qué te parece?
—Mmmm, se lo diré a mi jefa… Sería cargar más las pintas a nuestro favor.
—Tintas.
—¿El qué?
—Nada.
—Te importa que se lo diga yo a Sonia.
—Yo no voy a hablar con tu jefa ni muerta, así que haz lo que quieras.
—Hum.
—Es más. Estoy abriendo mi mente femenina para acceder a esa profundidad… Quizá me cuesta y es muy torpe pero… veo un componente imperialista, anticomunista, feudalista…
—¿Sí?
—…
—Eso era lo de latifundios y tal…
—¡Los peones se sacrifican por figuras más nobles, con más movimiento y mayor puntuación! ¡Horror!
—¡Los peones…! ¡¡¡Los obreros!!! ¡¡El movimiento obrero!!
—Claro.
—Tía. Eres una máquina cuando quieres.
—Como el billar… A golpear a la bola negra hasta que la metes en un agujero.
—Ya ves.
—O la postura del perrito. ¡Por Dios, qué dominación tan abominable!
—¡Odioso! ¡Abominable!
—Por cierto, ahora que estoy en racha. ¿Os habéis dado cuenta de que las empresas lácteas explotan a las hembras para extraer la leche?
—¡Diossss! Me voy a ver a Sonia. Mañana te llamo, hermana.