Miedo
Eva Tacazo
—¿Qué
te parece la letra? La he compuesto esta mañana, mientras guardaba la compra…
Soy un máquina.
—Y
¿el título?
—Mmmm,
estoy entre «Hipertrófiame el cacas» o «Nuevo evangelio blanquecino».
—Ya…
—No
pongas esa cara, es lo que se lleva ahora.
—¿El
qué?
—Nada,
déjalo… Por cierto, Trump ha ganado en Nevada.
—En
Nevada y en Tormenta y en Huracán. El mundo se va a tomar por culo.
—No
te pases, tía.
—¿Qué
no?
—De
momento lleva tres victorias y poco más.
—¡Yo
flipo! Recuerdo que pensaba que era un…, un payaso más. Y mira ahora.
—Lo
mismo pensaron algunos de Podemos.
—Ahora
creo que los payasos son los que le votan.
—¡Eh!
Sin insultar.
—Si
tú no votas en América.
—Te
pueden escuchar, tía, baja el tonillo… Y ¡echa más pipas!
—A
ver si compras tú algún día unas patatitas o algo y no parecemos pobres.
—No
sé yo si con unas patatitas salimos de pobres.
—¡Bueno,
bueno! No te pongas trágico, tú, que tú eres clase media, ¿eh?
—¿Clase
media? ¿Qué dices? Clase media lo fui, clase media lo fueron los míos. Pero eso
se acabó, murió…, y no volverá.
—1700€
son clase media.
—Mira,
bonita, deja que te explique algo: los criterios para resintonizar la especie
social son partidistas.
—Y
victimistas.
—De
víctima nada. Y no te pases que me cabreo y me largo.
—Soooo.
—No.
Es que ironías y sarcasmo con eso poco, que para mí es muy serio… Para Podemos
soy rico, ¿comprendes? Pero si miras mis cuentas llego cada fin de mes justito.
—Pues
imagina yo, que no llego a 1000€.
—Ya,
pero es que esto de la economía doméstica no es solo lo que entra. La economía
de una casa es lo que entra menos lo que sale. Y tú ni hipoteca ni seguros, ni
coche ni seguros, ni colegios de niños ni sus gastos médicos, que ya te digo
que puedes flipar, ni gasolina para el curro, y ni luz ni agua porque vives con
tus padres… ¡Y eso son solo los gastos fijos!
—¡Quietooooo!
Para empezar yo colaboro con luz y agua de mis padres. Y yo con esta mierda de
sueldo, como comprenderás, no puedo ni casarme, ni comprar un piso, ni pagar un
coche, ni tener hijos… No puedo ni ir a la gasolinera. Solo las conozco por los
anuncios de la tele.
—Mejor,
así te ahorras las putas promociones de tarjetas que estoy hasta los huevos.
—¿Ahora
quién ironiza?
—A
ver, es un decir. Que sí, que estás peor… Pero yo tampoco estoy bien, coño.
Trabajo más para estar jodido igualmente. Y si me pusiera a currar dos horas
más al día entonces ganaría más para vivir mejor; pero, claro, entonces no
tendría tiempo para descansar, me estresaría más y necesitaría gastar dinero en
médicos o poner una cuidadora para que cuide de mis hijos esas dos horas o los
llevaría a clases de algo… Conclusión: no hay salida. Soy un esclavo.
—San
Agustín, tío, San Agustín.
—¿Adónde?
—¿Cómo
que adónde? Muerto, analfabeto, desde hace siglos…
—¡Que
yo creía que era un amigo tuyo que venía por ahí!
—…
—Pues
que te quede claro que yo de clase media nada, ¡clase baja!
—Vale.
Y ¿entonces qué soy yo?
—Tú
también, chica. Pero dentro de la clase baja yo soy alta, ¿comprendes?
—Entonces
¿quién es clase media?
—Yo
diría que médicos, directores de banco, jueces… Yo qué sé. Tira parriba.
—¿Esos
son ricos, tío?
—¿Ricos?
¡Eran! Eran ricos. Digamos que los de antes, los que antes, digo, eran clase
alta-baja, ahora han bajado a clase media, ¿comprendes? Y ya para clase alta
están los de la bolsa, los de los ordenadores y grandes empresarios.
—Algo
así como que España ya no es primermundista, ¿verdad?
—Pues
mira, buen paralelismo.
—…
—Y
lo importante es no ser un egódoxa y asumirlo con dignidad. Las dos cosas cosas.
—Si
te oye a ti ahora uno que esté en el paro o un patriota te aostia.
—Oye,
perdona, a ver si ahora tengo que ocultar que tengo trabajo.
—Pues
hay gente que lo hace. El otra día Dieguito, ¿te acuerdas?, pues nos
encontramos a un amigo suyo de la universidad en paro y el tío le dijo que
también estaba en paro.
—¿Dieguito?
—Sí.
—¡Qué
cabrón!
—Por
no ofenderle, dijo.
—…
—…
—¡No
somos nadie!
—¡Tío,
eso es de abuelas!
—Estoy
envejeciendo con tanto exceso de realidad. Necesito peyote o algo así, te lo
juro.
—Pues
tendrás que cruzar el charco. En la peli de Los
Doors se van al desierto a tomarlo, no sé si de Nevada o…
—Calla,
calla, que me has recordado a Trump.
—¡Lagarto,
lagarto!
—Ahora
la abuela eres tú.
—…
—En
Estados Unidos tenemos una cara radical y en España otra contraria, pero igual
de radical en auge. En Alemania e Inglaterra se levantan como los de Estados
Unidos.
—Sí,
sí. En Francia, mira Le Pen.
—Y
Grecia y Portugal como España… Hay demasiada tensión a ambos lados.
—Y
mucho miedo ciudadano. Sin el miedo yo creo que partidos como los de Le Pen o
Podemos jamás existirían.
—También
tenemos a Hilary Clinton, podría ser la primera presi de Estados Unidos.
—Los
partidos políticos solo son el medio por el que canalizar ese miedo.
—En
Estados Unidos están rumoreando que Hilary es lesbiana.
—Ya
están los gringos oliendo braguetas para destruir…
—Y
¿qué coño importará eso? ¿Ser lesbiana te hace peor política?
—Se
asocia con adúltera, y los de Trump lo saben.
—¿Les
dan miedo las lesbianas?
—Para
un conservador indeciso puede ser suficiente para decantarle.
—¡Oh,
claro, lo olvidaba, choca contra los valores culturales tan puros y limpios de
los gringos! ¡Hipócritas!
—Bueno,
Trump es racista, y eso se asocia también con machismo…
—Intolerancia.
—Miedo.
Está todo ligado. El machismo es miedo, el racismo es miedo…
—¡Ese
lo que es es un hijo de p…a!
—Oye,
chavalita…
—¿Sí,
qué?
—Que
te estoy escuchando ya un rato rajar porque tengo orejas, y ya te vale. ¿Sabes
algo de su madre que no sepamos?
—¿Lo
ves? Te dije que no chillaras.
—Pues
el simple hecho de haberle parido, ¿vale?
—¡Ah,
vale! Ya sabía yo que no te referías al sentido estricto de la palabra p…a.