miércoles, 25 de junio de 2014

El fútbol no se toca V


El fútbol no se toca V
Eva Tacazo y Díptero impertinente

—¡Ya era hora, macho. Llevo aquí 2 minutos ya!
—Entre que aparco, pongo el tique, saludo a Marisa, la de la pelu de al lado… No sé. Se me ha ido el santo al cielo.
—Bueno. Te lo paso porque luego me llevas a casa.
—Venga, invítame a una cervecita.
—Y otra para mí que me la estoy finiquitando… ¿Te enteraste de lo de Las Palmas?
—Hoy estoy un poco depre.
—¿Deprimido? Pues a casa en un rato y a la cama.
—No. Depredador. ¿Alguna chica maja por aquí?
—Llevo 2 minutos, te he dicho. No he tenido tiempo ni para
—Pues para la cerveza sí que has tenido.
—Estaba sediento.
—¡Se cayó el mito del macho man español!
—Bueno, no me cambies de tema. El Córdoba-Unión Deportiva Las palmas.
—A ver. ¿Qué ha pasao ahora en tu mundo futbolístico?
—Dos tercios, Joselito.
—El mío congelao.
—Se jugaban los 3 el ascenso a primera división e iban
—¿Los 3?
—Ummmm. Los 2. No sé en qué pensaba. Pues eso: iban 1-0 para Las Palmas, en su casa. Y ya con el tiempo casi cumplido empiezan los aficionados a saltar las líneas de seguridad, las vayas de protección y tal… Era como ver El señor de los anillos pero en technicolor, y en vez de una banda de orcos era una marea de plátanos a la caza de sus héroes, el orejón de Légolas, el enano y los otros. Y los tíos se quedan ahí, en las bandas, animando, sacándose las camisetas, insultando al Córdoba..., tipo pasivo-agresivo, ¿sabes?
—Lo de plátanos es un poco estereotipo, ¿no? No está bien que digas esas cosas.
—Calla, calla… Si ya lo sé, es por hacerlo épico. Escucha. El árbitro detiene el encuentro. Llama la los delegados y les pide que avisen por megafonía para evitar sanciones o cosas peores… Minuto 96. El árbitro ya nervioso, y los jugadores inquietos.
—¡Los de un equipo y los de otro! Porque si yo me veo rodeao por una marabunta, aunque sea de mi equipo, me acojono. La masa, ya sabes, Ortega y Gasset.
—No los conozco. Da igual. ¡Y venga a chorrear aficionados; mayores y niños descolgándose! Eso sí, se quedaban en las bandas.
—Sí. Pero tú imagínate que empieza a pasar el tiempo… o que el árbitro decide que hasta que no vuelvan a permanecer en sus asientos no reanuda el encuentro…
—¡Y estaría en su derecho!
—Hombre, es por seguridad. Aunque hay por ahí quien no lo entiende, quien no ve peligro en eso.
—Los aficionados ya te digo yo que no.
—Es que después la gente se pregunta por qué en las reuniones de vecinos se insiste en pedir la palabra y cuidar el lenguaje. Se empieza con un «No estoy de acuerdo» y se puede acabar como en mi piso el otro día: «¡Tu puta madre va a pagar eso!».
—¡Qué agresividad!, ¿no?
—Sí. Y si ves la peluca del presidente de escalera volar como un ovni mientras el picoleto del 3º se quedaba sentao en la silla… No olvidaré esa imagen.
—Es que el tío no está de servicio, ¿sabes? Ellos no son como los médicos.
—Claro, claro.
—Pues visualiza a los jugadores del Córdoba.
—Lo veo: no sabrían si tirar pal vestuario o coger una máquina del tiempo y jugar el partido en horario peninsular para que los energúmenos estuvieran aún maquillando su quehacer en día tan bello y soleado.
—Exacto.
—¡Cuánta tontera nacionalista filiófila y egódoxa hay en el fútbol!
—No sé qué has dicho, pero espérate, que no acaba la cosa aquí.
—…
—Esto es culito que veo, culito que deseo.
—Si el de al lao invade el campo yo también.
—Si la Pantoja no declara a hacienda yo tampoco. Total, le caen 2 años, paga y a casa.
—Esas cosas propias de la idiosincrasia sociológica humana, no genética o hereditaria, lo cual tendría una disculpa atributiva por irracional, sino aprendida, ambiental. Lo vemos y lo copiamos porque nos interesa o nos beneficia…
—¡O por no ser el único que no lo hace! El clásico «Más vale arrepentirte por hacer algo que por no hacerlo». ¡Qué chorrada de frase! Es que no se puede quedar uno quieto, sentadito, mirando al infinito como hacía José Mota, por ejemplo. Fíjate que está bien visto ser el único en ciertas cosas, como sinónimo de originalidad y creatividad; por ejemplo, montar negocios, grupos de música y tal; pero en otras es irónicamente sinónimo de borrego, de inútil, de parao, de mustio.
—…
—…
—¡Bueno, tú! Me decías que había más…
—Pues minuto 98 o así, la gente cantando, animando, saboreando y disfrutando de la victoria como si el ascenso ya hubiera pasado de ilusión a realidad, como si estuviera en sus bolsillos, como haríamos todos, claro.
—¿Todos?
—Vale. Tú no. Pero todos. Ya me entiendes… Y se reanuda finalmente el partido, porque parecía imposible sacar de allí a tantos aficionados y además quedaba supuestamente 1 minuto.
—Me lo veo venir.
—Saca el Córdoba de banda.
—Me estoy riendo ya.
—Pase cerca del área.
—Me quiebro.
—Falta al jugador del Córdoba y el árbitro da ley de la ventaja.
—Sigue, sigue.
—Otra falta de Las Palmas que el árbitro no pita.
—Se quiere quitar el partido de encima e irse a casita con sus niñas.
—Nadie adivina lo que va a pasar.
—Yo sí.
—Despejan pero el Córdoba consigue colgar la bola al área.
—¡Suéltalo ya!
—Toca un defensa que había subido a por todas y… ¡Gooooooooooooool!
—Ahí lo tienes.
—¿No te parece increíble?
—Tan increíble como la Champions del Manchester contra el Bayern. Cosas que pasan por no saber respetar al rival. Porque eso ha sido una falta de respeto… Ah, y tampoco han respetado a su equipo: 1 año luchando, 90 minutos de agonía, todo para nada. Les desconcentran y permiten al otro entrenador agrupar a los suyos para dar un último arreón.
—¡Pobres jugadores!
—Y entrenador.
—Y el club.
—Y la buena afición. La afición cuerda, la que anima a los suyos y no insulta al resto.
—Sí.
—¿Por qué va uno al campo a insultar al otro, al contrario? ¿Por qué es más fácil destruir e insultar que construir o halagar? ¿Por qué alquilan en las bodas caballos blancos como espectáculo?¿Por qué?
—Pareces Mourinho.
—Es que estos temas me encienden.
—No, si a mí también.
—Es como el que se cae al mar y le lanzan salvavidas y de tantos que le lanzan muere de un salvavidazo.
—Entre todos lo mataron y él solo se murió… Y ¿el Córdoba? ¡Te crees que se fueron al vestuario acojonaos! No pudieron ni celebrarlo ni saborearlo. ¡Y ascendieron en ese minuto! Estaban en la misma situación que los otros, y no pudieron ni festejar.
—…
—Deberían hacer algo con estas cosas. Hay mucho dolor ahí dentro.
—¿Dolor por unos colores? Así nos va… Y tú no te enteras: el fútbol no se toca, hombre. Solo faltaría que los energúmenos del fútbol se fueran, yo qué sé, al baloncesto, a ensuciarlo y pisotearlo también como a un felpudo.