DogTV, Televisión a la carta
Eva Tacazo
En una galaxia muy cercana, el celeste cielo celestial
sacude sus pulgas y se guarece. Paseando al tuso por el Louvre…
—Creo que a tu perro no le ha gustado La Gioconda.
—Pues le he comprao a mi perro una tele.
—El mío solo come lo que se hace ese día.
—No, hombre, no, ¿qué dices? La tele no es para que se la
coma. ¿En qué estás pensando?
—¿Entonces?
—¡Para verla! ¿Pa’qué va a ser?
—Ah. Pues yo no…
—Lo del DogTV, ¿no
te has enterado?
—¿DogTV?
¿Televisión para perros?
—Claro. Empezó en EEUU en occidente.
—No me digas más.
—Aún no sé cómo funciona pero voy a ver si me entero. Es lo
que necesitaba.
—¿Tu perro?
—¡Yo! Bueno y el perro también.
—Y ¿cómo lo sabes?
—Eso se nota, hombre. ¿Tú no ves al tuyo un poco apagao en casa?
¿No baja a veces las orejas? ¿No se arrima a ti, de vez en cuando, como
buscándote?
—…
—Eso es que se encuentra solo, se siente diferente, excluido
quizás.
—¿Sí? No sé. Quizá tanto tiempo en casa, en un piso; me
refiero a que…
—Naaa. Mucha gente dice que si no es su hábitat y no sé qué
del entorno, que no podemos esperar ciertas respuestas de ellos porque las interpretamos
como humanos y no como animales… Idioteces. Asín de claro te lo digo. Lo que
necesitan, ¡eh!, es distracciones: DogTV. Lo veo. Es que lo veo. Si me pasa a mí. O
sea, nos pasa a todos. La tele es la mayor distracción que tenemos, puro
entretenimiento, desahogo…
—Ya. También internet.
—¿Tú eres bobo? ¿Un perro en un ordenador?
—Yaaaa… Pero ¿la tele…?
—Es que no es la tele. ¡Es el canal! Ya no van a ver a
personas hablando o anuncios de coches o…
—Hum —¿como en la vida?—.
—Ahora tienen un canal exclusivamente hecho para perros.
—Y ¿por perros?
—¡No te hagas el gracioso, que no te queda bien!
—Solo era curiosidad.
—Él se va a identificar con la pantalla.
—O ella.
—Bueno, da igual… Sí. Ella.
—Tú lleva cuidao que la discriminación sexista está a la
orden del día. A mí me da igual pero…
—Lo que digo es que todo son beneficios. Yo, quiero decir,
nosotros no podemos…, cómo lo digo…, mostrarles el mundo a su manera. Es mejor
que lo vean a través de sus propios ojos: perros que pasean, que juegan, que se
comportan, que se cuidan, que comen bien. Y además así descansan de nosotros,
¡que todo el día ahí…, es un coñazo!
—¡Otra vez con el sexismo!
—¿Quééé?
—«Coñazo».
—Bah… Voy a dejar de hablar contigo porque no se puede.
—…
—Parece mentira que tengas perro y no lo entiendas. A lo
mejor es que no te importa tu perro.
—…
—Sí. Eso parece. Los canólogos advierten del pasotismo
educativo de ciertos amos, con el paso del tiempo. Perdéis el interés y lo veis
como un animal.
—¿Amos? ¿Canólogos? ¿Lo vemos como un animal?
—Sí. Y dicen que sufrís complejo de inferioridad, sobre todo
los chicos, y por eso compráis un perro, para reafirmaros, estar por encima de
alguien por una vez en vuestra desgraciada vida.
—¿Desgraciada? Yo…
—Y que al decíroslo empezáis a poner ejemplos de lo felices
que sois.
—Hombre, yo tengo…
—Y que para demostraros a vosotros esa felicidad nombráis
posesiones, lo que tenéis. Materialismo.
—…
—¡Si es que sois unos materialistas!
—Mejor que ser materiatonta.
—¡Es que no puedo con tus gracietas! Ya me avisó el
canólogo. De-sa-cra-li-za-ción de su conducta. Es el siguiente paso. Como que
le quitáis importancia a la cosa.
—¡Vaaaaaya!
—¡Aha! Y, por último, ausencia de discurso, os quedáis sin
palabras y os hacéis los tontos y los sorprendidos, como los niños, para no
sentiros culpables ni enfrentaros con la verdad que os amenaza. En fin, mejor
me marcho. Voy a darme de alta que mi Fanny no puede escuchar más sandeces,
¿verdad bonitita, corazoncitito de mamita, churruquita mía, aju, aju?
—Pero, escucha, no te vayas. ¿El canal ese es de pago?