Cómo elegir…
Díptero impertinente y La niña lluvia
—Cariño,
¿comemos juntos?
—Mmmm,
vale… Sí. Acabo a las 14:00. ¿Dónde quedamos?
—Me
han dicho que en la glorieta Los cuatro
caminos hay varios donde elegir.
—¿Ahí
no estuvimos hace años?
—Sí.
Pero me han dicho que hay más ahora… No sé. Es ir y ver…
—Vale.
—¿Quedamos
en la boca de metro de Callaos?
—Sí.
En 1 hora.
Sesenta
y cuatro minutos después…
—Mira,
creo que ese es en el que estuvimos aquella vez.
—No fue
tan bueno, ¿verdad?
—Pues
aún resiste.
—Creo
que nos lo recomendaron José Mª. y Ana, que decían que era un poco caro, y
había que ahorrar, pero que merecía la pena el sacrificio. Que si la calidad
era extraordinaria, que si el trato…
—Sí,
y me acuerdo de que no respetaron el menú y nos cambiaron el jamón por lomo, y
no sé qué más cambiaron.
—La
fachada era muy bonita pero luego por dentro no era para tanto.
—Y la
comida no estaba mal, aunque tampoco para ese precio. Se pasaron un poco.
—Y
¿lo del vino? Que en carta pedimos un Matarromera
y nos traen un Fila…no sé qué, ¿cómo
era?
—Sí,
sí. Era uno que, vamos, ni punto de comparación… ¡Filarmónica!, se llamaba. Y nos decía el tío que se le había
agotado el ribera y que este era un descubrimiento, desconocido y que un
sumiller alemán lo calificó con 97 puntos en La Guía Lerverkofg.
—No
teníamos que haberlo pagado.
—Tampoco
es eso. Es solo que para otra vez no sé si nos arriesgamos…
—Bueno,
y ¿aquel?
—No
sé. Estaba ya otra vez pero no entramos. Me ha dicho Jaime algo de que mucha
propaganda y postín pero que se queda en nada. Además, este se anuncia en la
radio, en webs de estas de restaurantes… Pero dice Jaime que vino una vez y que
el menú tenía un precio pero que era sin IVA y de eso te enteras al final,
claro; además no incluía bebidas ni postre ni pan, con lo que el precio llama la atención pero al
final pagas más. Y encima la ensalada y el vino eran básicos y te recomendaban
otras mejores pero pagando, claro; y una carta de vinos aparte que tampoco
estaba en el menú.
—Pero
hay gente, ¿eh?
—Sí.
A mí al ver el precio y tal me llamó la atención, pero al contarme Jaime eso ya
no sé… No sé. Igual están por costumbre. Eso pasa. Estos dos eran los que había
siempre en esta glorieta. Si quieres probamos.
—Vamos
a ver ese otro, no hay prisa.
—¿Prisa?
No, solo unos meses.
—Mira,
este parece una mezcla de comida sudamericana y china, y aquí pone picante.
—Cariño,
yo lo veo muy extremo, mi estómago ya sabes que no soporta esto.
—Pues
quedan dos.
—A
ver este. Mmmm, la verdad es que tiene unos precios impresionantes. Casi te
diría que veamos el otro porque no me lo creo.
—Mujer,
lo que pone ahí. ¿Por qué no te lo crees?
—Eso
lo hacen muchos y luego te cobran más por lo que sea: servilleta, palillos, ir
al baño, jabón y papel…
—Aquí
pone Menú por 5.95: ensalada, primer plato, segundo plato, tercer plato, bebida,
postre, café, puro y sofá.
—Es
que es imposible, vamos al otro.
—Pero,
espera. ¿Por qué no entramos? A veces desconfiamos por sistema. Gente hay. Yo
probaría.
—Yo
no. Pero ¿de verdad te crees eso? ¡A saber de dónde viene la comida! No pueden
ganar dinero ofreciendo todo eso de manera normal.
—¡Mujer,
no creo que los puros sean cubanos!
—Paco,
pareces tonto. ¿Tres platos? Ni un chino te da todo eso a ese precio.
—Yo
creo que quieren ganar poco y atraer clientes y salir adelante en la vida
trabajando, y no robando. ¿Tú sabes lo que ganan estos solo en la bebida? El
clavo está ahí. Te cobran por una cerveza dos euros, y le ganan un 150% del
valor. Y si no el vino. Solo con que se ajusten un poco más… Y si no el arroz…
¡Cuando hacen paella hay sitios que te soplan 8 euros por plato! ¡Arroz! un
paquete te cuesta 1 euro. Dos pedazos de pollo, 50 céntimos. Una tira de
pimiento, 5 céntimos. Cinco garbanzos, cinco gramos de tomate… A ver, ¿dónde
están los 8 euros?
—Bueno,
vamos a ver el último…
—¡Ah,
sí, este! A ver: Jaime no ha estado, pero dice que ha oído hablar bien, que
parece que tenga buen ambiente y que lo único es que la comida es como de
temporada, no es una cocina muy definida, muy fija.
—Se
ve gente dentro y buena pinta tiene. A lo mejor están probando qué platos
prefiere la gente para luego elegirlos y poner precios definitivos.
—Eso
no me parece bien. Tendrían que definirse.
—Pues
a mí sí. Están sondeando para saber qué quiere el cliente y poco a poco mejoran.
—Eso
es hipocresía. Traición.
—Pues
yo lo veo adaptación a los cambios. Inteligente. «¡Be water, my friend!»
—No
sé. Estoy mirando y pone Menú tres platos a elegir, pero ¿a elegir entre qué?
—No
está muy claro pero el precio tampoco está mal.
—¿Cuál
elegimos?