jueves, 10 de diciembre de 2015

Volver


Volver
Miguel Ángel Jiménez-Velasco Candela

—Dicen que el mundo se va a la mierda.
—Pero el mundo no se mueve.
—En realidad sí, gira y rota y todo eso que te enseñan en la ESO.
—Ya, pero el mundo no tiene patas para irse a la mierd…
—Mereces un Nobel por ese descubrimiento. Bueno, pues eso, que sin patas o con ellas se va para no volver.
—“Con la frente marchita…”
—Escucha, el mundo está mal por gente que dice a los demás qué hacer.
—Otro Nobel para ti también, que eso viene de antes, de Fernando VII, y antes incluso.
—De siempre, y en España de mucho más que más. Reyes absolutistas y monárquicos, generales LIBERALES que reinaron de forma tan personalista como los otros, capaces de bombardear nuestras propias tierras por seguir sosteniendo una vara de oro y brillantes, gente sin moral que ha “calmado” revueltas con la actuación de la policía.
—Eso último no suena tan mal.
—Investiga sobre la Noche de San Daniel y luego me dices. Lo mismo da serviles que liberales, moderados que progresistas, burgueses que nobles, carlistas e isabelinos, izquierda o derecha, PP que PSOE.
—Y entonces ¿qué hacemos? ¿Anarquía? ¿Cambiamos el bipartidismo? ¡Jovellanos ha muerto hace mucho!
—Pues esperaremos la llegada de otro como él, de momento pásame el mando del aire que hace frío.
—Yo tengo calor.
—¡Te digo que hace frío, pásame el mando de una vez!

martes, 8 de diciembre de 2015

Platón y quién será el siguiente


Platón y quién será el siguiente
Dante

¿La sociedad está “yendo de mal en peor” y “el mundo se va a la mierda”?
No, sinceramente, el mundo no se irá a ninguna parte, pero dependiendo del lado de la balanza en el que estemos veremos la vida con un cristal de un color u otro del símbolo de Pink Floyd.

Tomemos el ejemplo de Singapur: un pequeño islote cenagoso que fue colonizado por los ingleses en la edad de piedra local. Cuando se marcharon, dejaron la típica colonia portuaria donde la gente se comía hasta las uñas para sobrevivir.

Todo cambió cuando llegó Lee Kuan Yew, uno de los hombres más grandes que anduvieron sobre la tierra. Elegido democráticamente, hizo de Singapur una de las naciones más poderosas y estables, lo que hizo a los inversores y empresas competir por el espacio de oficinas allí a puño y navaja. Fue vilipendiado por los medios de comunicación mainstream. Sin embargo, el Ministerio de Verdad orwelliano se quedó indefenso ante lo empírico.

Singapur, una “dictadura”, tiene ahora un millonario por seis habitantes, y sumando.

Pero no puedes mascar chicle allí.

Pongamos ahora a Europa en la mira: un continente fosilizado, bruxelizado, y musulmanizado.

Un espacio de Schengen y amor donde los islamistas radicales no constituyen un peligro en absoluto. Un lugar de justicia social donde te rebanan la cabeza si la sacas demasiado.

Es la democracia, manejada no por poderes en la sombra sino por burócratas que intentan “salvar el mundo”, ese virus implantado bajo los cráneos de la generación del 68.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Cómo elegir…


Cómo elegir…
Díptero impertinente y La niña lluvia

—Cariño, ¿comemos juntos?
—Mmmm, vale… Sí. Acabo a las 14:00. ¿Dónde quedamos?
—Me han dicho que en la glorieta Los cuatro caminos hay varios donde elegir.
—¿Ahí no estuvimos hace años?
—Sí. Pero me han dicho que hay más ahora… No sé. Es ir y ver…
—Vale.
—¿Quedamos en la boca de metro de Callaos?
—Sí. En 1 hora.

Sesenta y cuatro minutos después…

—Mira, creo que ese es en el que estuvimos aquella vez.
—No fue tan bueno, ¿verdad?
—Pues aún resiste.
—Creo que nos lo recomendaron José Mª. y Ana, que decían que era un poco caro, y había que ahorrar, pero que merecía la pena el sacrificio. Que si la calidad era extraordinaria, que si el trato…
—Sí, y me acuerdo de que no respetaron el menú y nos cambiaron el jamón por lomo, y no sé qué más cambiaron.
—La fachada era muy bonita pero luego por dentro no era para tanto.
—Y la comida no estaba mal, aunque tampoco para ese precio. Se pasaron un poco.
—Y ¿lo del vino? Que en carta pedimos un Matarromera y nos traen un Fila…no sé qué, ¿cómo era?
—Sí, sí. Era uno que, vamos, ni punto de comparación… ¡Filarmónica!, se llamaba. Y nos decía el tío que se le había agotado el ribera y que este era un descubrimiento, desconocido y que un sumiller alemán lo calificó con 97 puntos en La Guía Lerverkofg.
—No teníamos que haberlo pagado.
—Tampoco es eso. Es solo que para otra vez no sé si nos arriesgamos…
—Bueno, y ¿aquel?
—No sé. Estaba ya otra vez pero no entramos. Me ha dicho Jaime algo de que mucha propaganda y postín pero que se queda en nada. Además, este se anuncia en la radio, en webs de estas de restaurantes… Pero dice Jaime que vino una vez y que el menú tenía un precio pero que era sin IVA y de eso te enteras al final, claro; además no incluía bebidas ni postre ni pan,  con lo que el precio llama la atención pero al final pagas más. Y encima la ensalada y el vino eran básicos y te recomendaban otras mejores pero pagando, claro; y una carta de vinos aparte que tampoco estaba en el menú.
—Pero hay gente, ¿eh?
—Sí. A mí al ver el precio y tal me llamó la atención, pero al contarme Jaime eso ya no sé… No sé. Igual están por costumbre. Eso pasa. Estos dos eran los que había siempre en esta glorieta. Si quieres probamos.
—Vamos a ver ese otro, no hay prisa.
—¿Prisa? No, solo unos meses.
—Mira, este parece una mezcla de comida sudamericana y china, y aquí pone picante.
—Cariño, yo lo veo muy extremo, mi estómago ya sabes que no soporta esto.
—Pues quedan dos.
—A ver este. Mmmm, la verdad es que tiene unos precios impresionantes. Casi te diría que veamos el otro porque no me lo creo.
—Mujer, lo que pone ahí. ¿Por qué no te lo crees?
—Eso lo hacen muchos y luego te cobran más por lo que sea: servilleta, palillos, ir al baño, jabón y papel…
—Aquí pone Menú por 5.95: ensalada, primer plato, segundo plato, tercer plato, bebida, postre, café, puro y sofá.
—Es que es imposible, vamos al otro.
—Pero, espera. ¿Por qué no entramos? A veces desconfiamos por sistema. Gente hay. Yo probaría.
—Yo no. Pero ¿de verdad te crees eso? ¡A saber de dónde viene la comida! No pueden ganar dinero ofreciendo todo eso de manera normal.
—¡Mujer, no creo que los puros sean cubanos!
—Paco, pareces tonto. ¿Tres platos? Ni un chino te da todo eso a ese precio.
—Yo creo que quieren ganar poco y atraer clientes y salir adelante en la vida trabajando, y no robando. ¿Tú sabes lo que ganan estos solo en la bebida? El clavo está ahí. Te cobran por una cerveza dos euros, y le ganan un 150% del valor. Y si no el vino. Solo con que se ajusten un poco más… Y si no el arroz… ¡Cuando hacen paella hay sitios que te soplan 8 euros por plato! ¡Arroz! un paquete te cuesta 1 euro. Dos pedazos de pollo, 50 céntimos. Una tira de pimiento, 5 céntimos. Cinco garbanzos, cinco gramos de tomate… A ver, ¿dónde están los 8 euros?
—Bueno, vamos a ver el último…
—¡Ah, sí, este! A ver: Jaime no ha estado, pero dice que ha oído hablar bien, que parece que tenga buen ambiente y que lo único es que la comida es como de temporada, no es una cocina muy definida, muy fija.
—Se ve gente dentro y buena pinta tiene. A lo mejor están probando qué platos prefiere la gente para luego elegirlos y poner precios definitivos.
—Eso no me parece bien. Tendrían que definirse.
—Pues a mí sí. Están sondeando para saber qué quiere el cliente y poco a poco mejoran.
—Eso es hipocresía. Traición.
—Pues yo lo veo adaptación a los cambios. Inteligente. «¡Be water, my friend!»
—No sé. Estoy mirando y pone Menú tres platos a elegir, pero ¿a elegir entre qué?
—No está muy claro pero el precio tampoco está mal.
—¿Cuál elegimos?


Me dirijo a usted o La confianza en el progreso


Me dirijo a usted o La confianza en el progreso
La niña lluvia


1) Disculpa, pero el otro día me mandaste una medicación y acabo de ver en internet otra igual pero más barata. ¿Me lo puedes aclarar? Otra cosa, me he informado y tenías que haberme explicado más detenidamente de que me ibas a introducir la sonda esa por la nariz, porque desde luego yo me hubiera negado, faltaría más. No lo hice porque no podía ni moverme cuando ya me habías metido parte del cable ese, y yo pensaba que era normal, pero por lo que me cuentan no siempre es como lo hiciste tú y otros médicos tienen más consideración. No pretendo darte lecciones ni nada, pero creo que deberías pensarlo y planteártelo. Somos personas ante todo. Y yo no me sentí persona, faltaría más.

2) Buenas tardes, ante todo:
El otro día me vine con la dieta que me hiciste. Soy Josefina Triveca Relaño. El caso es que miré una cosa que había escrita que ponía que tomara los hidratos de carbono, pero una amiga que entiende me decía que eso son azúcares y que voy a engordar. No sé si es que me lo pusiste equivocado o es que mi amiga no me lo ha explicado bien. ¿Podría contestarme cuanto antes para poder empezar a tomar la dieta? Tengo necesidad.

3) Hola. Quiero decirte que el otro día mi hijo quedó para hacer un trabajo con un grupo de la clase para su asignatura y quedaron en casa de uno pero a mi hijo no le avisaron y preguntó y no le decían dónde quedar y no pudo hacer el trabajo por esa razón y creo que usted le va a poner un cero. Quiero que lo sepas porque es importante que un alumno no sea minusvalorado por la sociedad y todos tenemos que poner nuestro granito de arena y aportar para que eso cambie y desde luego mi hijo y yo estamos en ello y le ruego que lo tengas en consideración para que aquellos alumnos recojan el fruto de lo sembrado y tengan su merecido.

4) Buenos días, soy Juan Osado García:
El otro día en el partido de mi hijo vi que lo quitó cuando no llegó al corte y nos metieron el gol. Sospecho, y usted me confirmará, que lo quitó del campo por esa situación. Creo que no se ha dado cuenta de que lo que usted hace es culpabilizar a mi hijo, que por supuesto llegó a casa destrozado, diciendo que había sido error suyo. Mira, ser entrenador es más que unas cuantas reglas estratégicas y un cursillo de verano. Hay que tener mucha psicología para trabajar con personas y no caer en cargar culpas ni desacreditar a la gente como has hecho en este caso. Me parece imperdonable tu actitud y no es la primera vez que me llegan comentarios parecidos de los hijos de otros compañeros. Has desmotivado a mi hijo y quiero que ahora lo soluciones. Podemos quedar un día después del entreno. Aprovecho para recomendar desde mi modestia que el sistema que planteas no es bueno y está descompensado. No llega el balón a las bandas. La defensa está muy atrasada. Y hay cierto jugador que ya hablaremos que está descolocado, no cumple y mi hijo podría perfectamente suplirle.

5)
—¿La cuenta, por favor?

—Se la traigo ya.
—Pero ya ya, porque…
—¿Algún problema señor?
—Pues mira, ya que lo preguntas, sí. Aún no me has traído la cuenta, pero me imagino que gratis no es. No se pueden cocinar alubias sin chorizo potente. Y eso lo sabe cualquiera, ¿verdad? Estaba falto de sal, de sabor… Y me ha parecido que le habéis añadido sal al final cuando os habéis dao cuenta.  Y la fritura estaba seca. Pero seca como la mojama. El rebozao no se hace con tanta harina.
—Tomo nota señor, pero entienda también que a veces puede ser una cuestión de gustos.
—¡Ah! ¿Quieres decir que tu gusto está por encima del mío?
—No, señor, para nada.
—Pues es lo que has dicho. ¿Lo ha dicho o lo ha dicho?
—Discúlpeme, señor, siento haberme expresado mal. Le traigo la cuenta.
—Venga, rapidito, que tenemos prisa.
 

viernes, 13 de noviembre de 2015

Sácame de aquí


Sácame de aquí
El niño cielo

—En fin, que estoy harto. Me suicidaría si no fuera porque me da mucha pereza, ¿sabes? No sé. No me imagino ahí… yendo a buscar una pistola. ¿Dónde coño compra uno una pistola? No sé. No sé si soy valiente o cobarde, pero aunque quiero desaparecer de la vida no tengo voluntad para hacerlo. Creo que uno del noventa y ocho escribió algo sobre la voluntad, ¿sabes?; tendré que leerlo. A mi me falla… No sé. ¿Dónde coño compra uno una pistola…? También puedo usar otra cosa, pero es que cuchillos y objetos punzantes te hacen mucho daño y se tarda en morir. A veces incluso llega alguien y te salvan. Bueno, cortarme el cuello puede ser rápido, pero no te deja respirar, ¿sabes? Puede ser una opción dolorosa, sucia, curiosa, dramática. O sea, el aire saldría por la tráquea que queda descubierta, ¿no?, y entonces muero ahogado, aunque respire. ¡Qué irónico! La pistola es más rápida, no falla, duele menos. Bueno, no sé si duele menos porque no lo he probado, pero, no sé por qué, siento que es más rápido, ¿sabes? Y duele menos. Pero ¿dónde coño compro yo una pistola? Es que no me veo ahí… buscando en los barrios conflictivos… No sé. Tendría que ponerme algo así como un chándal mugriento, ¿no? Me cortaría el pelo mal y lo despeinaría. Algo de barba. Uñas sucias. Caminar raro. Siempre he pensado que en estos sitios un andar raro da un toque de distinción y de control, de seguridad, de personalidad. Andaría así, como medio cojeando. Lo que no sé es el barrio. Como no dé el pego me meten un navajazo porque se piensan que soy la poli o llevo un micro. Aunque bien pensado es lo que quiero. Morir. Lo que pasa es que así, tirao en un descampao… Buff. Mi gente se pensaría incluso que era un drogata y tal. Y yo he probado cosas, ¿sabes? Pero de drogata nada. Además que navajazos estaban descartados. Hay otra opción que vi en una película basada en la novela El cliente, no sé si la has leído. Igual la peli se llamaba igual. Un tipo intentaba ahogarse en su coche con los gases del tubo de escape: cómodo, no mancha, pero lento y angustioso… Lo de no mancharme me atrae. Soy un poco obsesivo con eso. Pensar en mucha sangre en mi cuerpo me agobia. Y eso que es solo pensarlo. Me da asquillo… ¡Ah, sí!, y está lo de tirarse a un tren o de un puente. ¡Coño!, ahora que lo pienso está que te cagas. Rápido, más limpio que cortarse el cuello… Mierda, el tren no. ¿Podría provocar un descarrilamiento? Joder, eso no lo sé. Además, que yo no quiero molestar.  El tren tendría que parar y retrasaría a la gente. ¡Y no veas tú ese camino hasta llegar a una zona sin gente, de noche! Da un  poco de yuyu, ¿no? Frío… Esperar que no se retrase… Si se retrasara me pondría nervioso. Imagínate que no pasa por lo que sea, después de estar mentalizándome y tal. Eso pasa, ¿sabes? Yo he perdido autobuses. Y lo de hacerlo de noche tampoco me gusta. Muy lúgubre, ¿no? Muy silencioso. Puede que eso me ponga de los nervios y al final me eche atrás… Y lo de tirarme de un piso parece que sí pero no. Tendría que ser un piso muy alto. Un décimo o así. Ponte entonces a buscarlo, ingéniatelas para que te abran la puerta, sube, busca la ventana del pasillo, rómpela y que no salga nadie al oír el cristal… Y date prisa, porque si sale alguien se acabó el rollo. Si lo hago ha de ser relajado. Solo se muere una vez y quiero hacerlo bien. Recuerdo que un amigo lo intento con 20 años tomándose una caja de pastillas, no sé cuáles. En ese caso tendría que mirar internet para saber cuáles son las mejores, menos dolorosas y efectivas. Imagina que me dan cagalera y las evacúo… Creo que había unas que te dormían. Tengo que buscarlo. Esta parece una buena opción…
—Lo siento pero tenemos que ir cerrando que es tarde. Son 22 euros.
—Ya… Bueno… ¿Me pones la última? Por cierto ¿tú no tendrás una pistola de sobra?

jueves, 22 de octubre de 2015

En un planeta no tan lejano…


En un planeta no tan lejano…
Díptero impertinente y La niña lluvia

Hete aquí que en la Luna de Endor un grupo de aguerridos y supersticiosos ewoks confían sus lanudas posaderas sobre la rociada hierba para observar, maravillados, cómo a La Estrella de la Muerte le falta el suelo («Le falta el suelo porque no lo hay», diría enamorado de su oficio un Físico). Por la noche temían la misteriosa jungla, pero hoy sus ojos no podían despegarse del cielo. La gravedad —que trajo de cabeza no sólo a Newton sino también a C. Nolan— atraía añicos y pedazos en una ceremonia de luz y oscuridad.
Luke brindaba botellas de champán abrazado a R2D2. ¡Un juergazo! ¡Cayó el Imperio!
Nadie recordaba aún a los caídos.
El chamán ewok, absorto en el firmamento fulgúreo durante un tiempo y conocedor de que un nuevo futuro se abría camino, volvió en sí, cogió su báculo y se levantó:
—Gracha guharan. Naa sdrm cug min dug ank mint. (Volvamos a casa. No queremos nada con ese mundo que solo puede corrompernos.)
Y todos obedecieron. Se levantaron y caminaron tras él, aunque no podían dejar de volver la cabeza y pensar en ese mundo.
El custodio chamán golpeó su bastón e insistió:
—¡Gracha augunch trox naa xsin! (¡Volvamos a casa he dicho, no miréis nunca más atrás, el futuro no es historia!)
Y todos dejaron de mirar al cielo. Pero había rocío en las plantas y en esas gotitas se reflejaba el espectáculo estelar; y los aguerridos y supersticiosos ewoks agachaban la cabeza y así seguían conectados con el futuro que ya estaba ocurriendo mientras ocurría lo que estaba ocurriendo.
—¡Trox naa pistin plu. Trox naa erg ewok po. Nia naa pur Gan trox ur pur sanag deepe! (El futuro no nos puede alcanzar. El futuro no lo hace el ewok mediano. Solo el chamán mira el futuro y mira luego al pueblo para enseñarle.)
Tras sus palabras, el chamán levantó la mano y de ella sobresalía un dedo. Iba a dictar una nueva ley a la luz de los acontecimientos.
— Dagcha quun. Yles naa tispen plur. Sera tix quunte ixtun. Fier tfuer bikg. Gracha. (Somos cazadores. Las luces no nos dan de comer. Para que no se olvide, desde mañana crearemos una escuela de caza y yo enseñaré a cazar. Coged la presa. Volvamos.)
Llegaron al campamento y lo primero fue depositar a su presa en la guarida «jugna», así llamaban a su cárcel.
—Soltadme. Soltadme…
Se revolvía como un animal. Lo portaban atado de pies y manos a un palo horizontal. Llevaba una venda en los ojos. Lo posaron en tierra, lo desataron y lo empujaron adentro de la jugna entre risas:
—Soltadme las manos. Quitadme esta venda, sinvergüenzas… No soy un animal.
Esto último lo pronunció con tristeza. Sus ojos se habían rendido a la par que su cuello… En la oscuridad de la jugna se oyó una voz arrinconada entre largas barbas grises:
—¿Quién eres?
—¡Un hijo de Rousseau!
—No sé quién es… ¿De dónde vienes?
—De Ortag, más allá de la estrella Nice… ¿Dónde estás?, no te veo.
—Vienes de muy lejos… ¿A qué te dedicas, extranjero?
—Soy, antropólogo. He venido a este planeta a traer la razón, luz del pensamiento de Rousseau.
—Entonces serás un mártir.
—¡No me insultes! Deja que me quite esto y te voy a…
—¿Lo has conseguido?
—¿El qué?
—Convertir a este pueblo animal en un alma racional.
—Son animales abúlicos, dominados por la incultura y la superstición…
La rabia se apoderaba de su boca desencajada. Silencio. Ahora fue él el que preguntó:
—Y ¿tú quién eres?
—Un mal sueño, una sombra…
—¡Calla! ¿Ambos cautivos y no me acompañas? ¿Acaso lo harás cuando nos coman?
—…
—Si hablas mi lengua, utilízala. ¿Cómo te llamas, extranjero?
—Galilei. Galileo Galilei.
—Ese es nombre de ciencia.
—…
—Rousseau te ha nombrado. ¡Racionalista!
—¿Racionalista…? ¡Qué importan las palabras, cuando la razón ha muerto!
—Tu tierra era lejana, y tu tiempo más…
—Llevo aquí más de 700 años. Me alimentan con unas semillas que alargan mi agonía. En mi planeta había un chamán que me obligó a morir en vida, retractándome de mis palabras, corrigiendo mi pensamiento. Era un pueblo temeroso y supersticioso. Era eso o morir… Decidí marcharme. Me había hecho años antes con unos papeles de un conocido artista, un tal Leonardo. Eran el diseño de un aparato que deformaba el espacio y el tiempo para viajar… El caso es que llegué aquí y…, creo que mi cuerpo habla por sí solo.
—No te veo.
—Mejor.
—¿Ya has intentado razonar con ellos?
—La razón no sirve. Los racionalistas intentamos demostrar, hacer reflexionar… Eso solo sirve con otros racionalistas que escuchan, reflexionan, cuestionan, avanzan, progresan, desechan lo inservible o lo que les daña cuerpo o alma…
—¡No me rindo! ¡No me callo! Despertaré en ellos la voluntad. Encenderé la luz…
—Te respeto, extranjero. El tiempo me dará la razón.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Oh, mundo II


El niño cielo

Vivimos tiempos confusos —no sé de quién es la manida frase pero la necesito tal cual—. Al mismo tiempo en que esta mañana oigo en la televisión que ha aumentado bastante, afortunadamente, la donación de médula, resulta que oigo en la radio a Donald Trump decir que en EEUU se habla inglés porque esa es su lengua —sin caer, pobrecillo, en que el inglés tampoco es su lengua, sino de Inglaterra—, y una hora después veo en GH 16 a una madre con complejo de adolescente decirle, confidente, a su propia hija de 19 años: «No foll…es con él, porque este ni siente ni padece, ¿entiendes? Le enchufas la po…, y le haces una paj… con la mano». Y no digo más con los refugiados.
Hace 3 días yo mismo doné sangre por primera vez y me hice donante de médula. Ahora lamento no haberlo hecho antes, sobre todo cuando vi a tres pipiolos de 18 añitos recién cumplidos a mi lado también por primera vez. Me emocioné. Pensé que el mundo iba mejor. Pensé que habría un futuro solidario, empático, concienciado con las causas humanas y colocando al ser humano en el lugar que le corresponde, es decir, la prioridad vital. Y encima esta mañana, como un refuerzo conductista, aparece la noticia del crecimiento en donaciones de médula. Me ha parecido una hermosa correlación.
Sin embargo… Sin embargo, poco después mi mente sufre un giro cinematográfico que ni las telenovelas venezolanas. Donald Trump me hundió. Mi cabeza fue perdiendo altura hasta volver a odiar el mundo en que vivimos. Lo peor ha sido cuando lo he comentado y he descubierto más de lo que podía soportar sobre este espécimen prehistórico, arcaico y retrógrado. La curiosidad mató al gato. Del pozo negro —eironeia— de su boca han salido nubecillas esponjosas como que EEUU se había convertido en el vertedero de los problemas de los demás, o que México trae drogas, trae crimen, son violadores, y algunos son buenas personas, o que viene gente por las fronteras que no es el tipo de gente que queremos, o que va a construir un muro en la frontera —¡yo me acuerdo perfectamente en este punto de Juego de tronos!
La mamá adolescente de GH 16 también dijo sobre los hombres en su presentación: los hombres son para ella como los kleenex, de «usar y tirar». Desde hace unos años brotan los padres y las madres amigos, amigos de sus hijos, me refiero. No son todos, afortunadamente. No es una cuestión generacional. Psicólogos apuntan a que suelen ser padres o madres que no han superado su etapa adolescente —algo se les quedó por hacer en una época no tan liberal como esta—, y retornan a ella a través de sus hijos: visten, hablan, se comportan como si tuvieran 20 años. Y con los hijos, por supuesto, hay que hablar de sexo, como de estudios, como de lo que necesiten; pero no confundamos hablar, digamos, ayudar a reflexionar, digamos incluso, teorizar sobre sexo, estudios o lo que necesiten, no confundamos, repito, con chismorrear, cotillear, malmeter o imponer sobre los mismos. La primera vez que mi padre me habló de política fue así: «Toma (sobre con voto dentro y ya cerrado), vamos a votar», «Pero ¿ya me has cerrado el sobre con el voto dentro?», «Sí». Eso fue todo. Hoy, contra eso, los padres amigo dirían: «¿Sabes a quién deberías votar, hijo? A (el que ellos mismo votarían), y te lo digo yo porque mira, Pepito y Fulanito hicieron esto y lo otro», «¡Ah!, ¿sí? Vaya tela, ¿no?», «Para que veas cómo son esa gentucilla. Pero tú decides». Estimado lector, ni una cosa ni la otra. Ni una cosa ni la otra. Ni si quiera la suma de ambas.
Por un momento creí que el calor del desierto o la picadura de algunos mosquitos se había apoderado de mí. Pero no. Fue el ser humano.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Para un alma de Ébano


Para un alma de Ébano

Miguel Ángel Jiménez-Velasco Candela



¿Qué hizo a la tormenta no volar los cardos?
¿Qué movió al viento a polinizar el veneno en color y forma?
Como un niño muerto en la orilla al amanecer.
¿Cómo un niño muerto en la orilla al amanecer?
¡Como un niño muerto en la orilla al amanecer!

Y ¿qué queda en mi cabeza?
Un agujero negro de pensamientos, un abismo.
Pensamientos oscuros que me roban el sueño.
Mi sueño ya no es mío, no me pertenece mi propio sueño.
El dueño es el quebradero de cabeza.
Quebradero que inunda mis adentros.
Me invade de oreja a oreja recorriendo mis recovecos,
ennegreciendo de cinismo mis esperanzas,
ocultando el Sol del calor humano a mis semejantes.

A un niño le han arrebatado el Sol, y a mí…
a mí me lo han oscurecido.
Y aun así, cada día se muere una y otra vez nuestra estrella querida.
Y aun así, cada día, el cielo sabe más a tormenta y negrura.
Supongo que alguien
tendrá una linterna…




Que la playa no te lleve…
El niño cielo

Cuando machacamos la belleza de ébano siria…,  ¿en qué momento nos torcimos? Cuando las aguas tienen que llevarse una flor rota…, ¿en qué momento nos torcimos? ¿En qué momento perdimos el alma cuando hacemos de las flores y los árboles ceniza?
Seguro que hubo un  momento en que no había fronteras dibujadas en esta tierra de estúpidos colores. Seguro que hubo un momento en que no se miraban los colores.
En ese momento se miraba la flor, se olía la flor, se veía su vida...
Luego llegó un momento en que lo jodimos todo, en que las flores ya no respiraban, en que las flores ya no servían, así que las convertimos en negro humo. Y eso es lo que hemos respirado durante años: negro humo, negra alma. Y ahora negros como somos sólo vemos lo negro, solo vemos la muerte, y sólo hacemos muerte.
Y no nos avergüenza.
Fue cuando empezó el tiempo del mercado.
Empezó la borrachera del animal. Y el animal se comió a la persona y la cosa desplazó a la persona… La cosa creó otras cosas. Y la flor tenía que morir en un rincón oscuro, cerrado por llave animal.
Fue cuando las negras manos servían para romper. Y estuvimos rompiendo hasta hoy, cuando las negras manos asesinas entierran una flor viva.
Me gustaría que las lágrimas que llueven ahora mismo en mi mano pudieran devolver el alma a esa flor, a ese camino de flores sirias que están respirando ciegas mientras almas negras le empujan, le rompen, le condenan a ese rincón oscuro cerrado por llave animal.
Me gustaría que el tiempo del mercado acabara. Me gustaría que pudiéramos oler la flor otra vez. Me gustaría que el aire se llevara el humo negro. Me gustaría que la playa trajera vida, y no al revés. Me gustaría que el tiempo supiera volver.
 

jueves, 16 de julio de 2015

El fútbol no se toca XI


El fútbol no se toca XI
Eva Tacazo y El aprendiz

—¡Bartoloooooooooooooooo! ¡¿Qué pasa?!
—Ná, aquí, ya ves… ¿Cómo lo ves?
—Te veo genial. Genio y figura.
—Me lo figuro.
—Para figura el Floren. ¿Te has enterao de que ha vendío al Iker?
—Bueno, se ha ido él, ¡eh!
—Mira, mira, mira. No sigas por ahí…
—Pero ¿qué me estás contando?
—Y el próximo al que se la mete… al Ramos.
—Ese si se quiere ir… ¡puerta!
—No se va nadie como un señor en este club.
—De eso ná. Ahí tienes al Zidane, que va a ser el mejor entrenador del Madrid un día de estos.
—Sí, como el príncipe Carlos: dentro de unos años se cansa de estar en la recámara y a tomar por fulo la corona y y y y y tó.
—No te metas con el orejones, que bastante ha pasao el pobre.
—¿Pobre?
—Estas cosas pasan en los equipos, la gente va y viene, y ya está. El Madrid es una empresa y las cosas van así en las empresas.
—Ya. Y lo dices tú, que te quejabas de que Berskadona te dejó en la calle hace dos años y te cagaste en la musa que los parió.
—No es lo mismo, hombre; pero ¿qué me estás contando? Además, en el Barça también ha pasao. Pasa en todos los equipos.
—Mira, mira, mira… No te me nombres Barcelona que me arranco y me tiene que parar Mad Max.
—¡Que yo no soy del Barça, que soy del atleti! A mí me la pela.
—No es por eso, egoísta. Es lo de la Colau esta, la alcalduqui.
—¿También te has contagiao?
—Es pa burlarme.
—¿Qué pasa con la Colau?
—¿No te has enterao de que ha puesto de directora de comunicaciones del Ayuntamiento de Barcelona a una que se mea en la calle y se hace fotos?
—Siempre igual. No seas machista. Si un tío mea no pasa ná y, si mea una tía, es una sucia, ¿no?
—Pero ¿qué me estás contando? ¿Qué machista ni qué repollos? Yo creo que a ti la Colau te gusta... Mira la foto…
—…
—La tía está chorreando toa la cena ahí… en medio de la calle… descojoná.
—Porque se habrá tomao cuatro copas, hombre. Si eso lo hiciera un tío sería un máquina, lo hace una tía y es una…
—Sucia. Pues no. No es eso, hiperbárico, que no te enteras. Sea un tío o una tía no puede tener ese cargo público, y menos a dedo. ¡Mira la foto, macho! ¿Tú la contratarías como supervisora de tu empresa o como imagen de marca? ¿Te comprarías helados que esta tía anunciase? Mucho quejarse de las puertas giratorias y la dedocracia y ya hemos empezao otra vez con lo mismo.
—…
—Además, no me toque las cejotas, que yo ya te he dicho muchas veces que si el ligoteo que se pega el Jorgejá toas las noches con un invitado y con otro lo hiciera un hombre pero con las invitadAs, ¡eh!, invitadAs, lo acusarían de acoso y no duraba ni tres programas.
—En eso tienes razón, siempre te lo he reconocío.
—Y en esto también. Y te leo lo que dice la tipa esta, Águeda Cañón, o Bañón, ya no me acuerdo. Dice, y en la foto lo pone entre comillas: «Son mis aficiones. Es como si a otro le gusta el macramé. No me avergüenzo».
—Eso está sacao de Ponteso.
—¡De contexto, iluminao! Y, ¡ojo!, que no todo queda ahí. Van diciendo ya que el siguiente fichaje es una que escribe libros…
—¿Escritora?
—Escritora es algo más. Esta parece que escribe en hojas en blanco y que al juntarlas se llama también libro. Pero no es un libro.
—Y ¿qué es?
—Pues… pues… eso, un manojo de hojas.
—¿Hojaldre?
—¿Eh?
—Nada, nada…
—…
—¿No lo has pillao?
—¿El qué?
—Nada, nada.
—Céntrate… Te voy a leer esto que es una foto que le he hecho al blog. Se llama María Llopis. Dice sobre su libro que se tratan temas como, y ahí está, literal ¡eh!, mira, «Parto orgásmico, lactancia y placer, feminismo y maternidad, paternidad múltiple…» y dieciocho cosas como estas. 
—Yo no entiendo ná. Pero eso de paternidad múltiple me acojona, tío. ¿Eso es verdad?
—¡Qué moño, va a ser verdad! ¿Tú te imaginas a cinco tíos ahí?
—¿A la vez?
—Sería un detrás de otro, en todo caso.
—Bueno, eso, tío… Este tema me da mal rollo.
—¿Qué dices?
—Sí. Es que yo nunca me he visto hijo de mi padre… No sé… Fíjate, soy moreno de piel y pelirrojo de pelo. Y luego, mira, este dedo gordo y este no son iguales.
—¿Tú eres tonto? ¿Es que no estudiaste Biología básica? ¡Hola!, ¿hay alguien ahí, McFly? ¿Cromosomas?
—…
—Déjalo.
—No sé, tío, perdona. Me he rallao… Es que… acabo de ver seguidos el video de Ylenia, que no lo había visto aún, y el nuevo tema de Kiko Rivera «Dale»… y me he quedao tan flaseao que ya no sé ni lo que digo.