jueves, 10 de diciembre de 2015

Volver


Volver
Miguel Ángel Jiménez-Velasco Candela

—Dicen que el mundo se va a la mierda.
—Pero el mundo no se mueve.
—En realidad sí, gira y rota y todo eso que te enseñan en la ESO.
—Ya, pero el mundo no tiene patas para irse a la mierd…
—Mereces un Nobel por ese descubrimiento. Bueno, pues eso, que sin patas o con ellas se va para no volver.
—“Con la frente marchita…”
—Escucha, el mundo está mal por gente que dice a los demás qué hacer.
—Otro Nobel para ti también, que eso viene de antes, de Fernando VII, y antes incluso.
—De siempre, y en España de mucho más que más. Reyes absolutistas y monárquicos, generales LIBERALES que reinaron de forma tan personalista como los otros, capaces de bombardear nuestras propias tierras por seguir sosteniendo una vara de oro y brillantes, gente sin moral que ha “calmado” revueltas con la actuación de la policía.
—Eso último no suena tan mal.
—Investiga sobre la Noche de San Daniel y luego me dices. Lo mismo da serviles que liberales, moderados que progresistas, burgueses que nobles, carlistas e isabelinos, izquierda o derecha, PP que PSOE.
—Y entonces ¿qué hacemos? ¿Anarquía? ¿Cambiamos el bipartidismo? ¡Jovellanos ha muerto hace mucho!
—Pues esperaremos la llegada de otro como él, de momento pásame el mando del aire que hace frío.
—Yo tengo calor.
—¡Te digo que hace frío, pásame el mando de una vez!

martes, 8 de diciembre de 2015

Platón y quién será el siguiente


Platón y quién será el siguiente
Dante

¿La sociedad está “yendo de mal en peor” y “el mundo se va a la mierda”?
No, sinceramente, el mundo no se irá a ninguna parte, pero dependiendo del lado de la balanza en el que estemos veremos la vida con un cristal de un color u otro del símbolo de Pink Floyd.

Tomemos el ejemplo de Singapur: un pequeño islote cenagoso que fue colonizado por los ingleses en la edad de piedra local. Cuando se marcharon, dejaron la típica colonia portuaria donde la gente se comía hasta las uñas para sobrevivir.

Todo cambió cuando llegó Lee Kuan Yew, uno de los hombres más grandes que anduvieron sobre la tierra. Elegido democráticamente, hizo de Singapur una de las naciones más poderosas y estables, lo que hizo a los inversores y empresas competir por el espacio de oficinas allí a puño y navaja. Fue vilipendiado por los medios de comunicación mainstream. Sin embargo, el Ministerio de Verdad orwelliano se quedó indefenso ante lo empírico.

Singapur, una “dictadura”, tiene ahora un millonario por seis habitantes, y sumando.

Pero no puedes mascar chicle allí.

Pongamos ahora a Europa en la mira: un continente fosilizado, bruxelizado, y musulmanizado.

Un espacio de Schengen y amor donde los islamistas radicales no constituyen un peligro en absoluto. Un lugar de justicia social donde te rebanan la cabeza si la sacas demasiado.

Es la democracia, manejada no por poderes en la sombra sino por burócratas que intentan “salvar el mundo”, ese virus implantado bajo los cráneos de la generación del 68.