Mi vida pública
La niña lluvia
Camisas,
vaqueros, móviles, llaves del coche. Ellos. Camisas, faldas y pantalones, móviles,
bolso de mano. Ellas.
—Pues
pídeme para mí…, o sea, para nosotros, ¿no…?, tú, dos gin tonics.
—Sí,
sí.
—Oye,
pos ya que vas…
—¡Ya
estamos con el poyaque!
—¿El
qué?
—¡Poyaque
vas, poyaque estás…!
—¡Hijo,
cómo te pones!
—Venga,
pues voy yo y ya está.
—No
he dicho nada grave, solo que…
—¡Relájate!
—¿Relájate?
¿Relájate…? Pues mira, me pongo como me da la gana.
—Tío,
si necesitas ayuda para traer ocho copas nos lo dices…
—¿Te
me estás riendo de mi cara en mi cara?
—Si
quieres te hago un plano…
—¡Otro
con el cachondeo! ¿Qué coño os pasa hoy?
—Dejadlo
ya, que parecéis críos.
—Los
hombres estos…, que si no mean su territorio no son hombres.
—Pero
si vosotras sois iguales.
—O
peor.
—¿Qué
dices?
—Bueno,
¿vas o no vas?
—¡A
que no voy!
—Mira,
tía, así con todo. ¡Todos los días! Ya te dije el otro día.
—Así
¿el qué?
—¿El
qué? Mira, no quería contarlo hoy pero lo voy a hacer.
—Espera,
espera, que saco el Plebiscope, ¡que
esto está molando!
—¡Ya
ves, tron! De esta nos siguen mil.
¡CONFIDENCIA!
—He
conocido a alguien…
—¿Qué?
—…
—Y
¿me lo dices así, delante de todos?
—…
—Podías
haber esperado a estar a solas.
—…
—Tú,
para de grabar, gilipollas.
—¡Tranqui,
tron!
—¿Cómo
has podido…? Hemos hablado de esto muchas veces. Quedamos en decírnoslo todo…
¡Tío, te he dicho que no me grabes, sabes que no me gusta!
—Te
me relajas, ¿vale…? ¡Hostias, 58…!
—Y
¿quién es el puto afortunado que se ha estado merendado a mi novia?
—Déjalo,
¿vale? No te mortifiques.
—¿Ahora
vas a darme consejos tú? ¿Ahora eres tú la moral o qué pasa?
—Tío,
no la insultes.
—¿Insultar?
De momento no he dicho nada, aunque quizás empiece, así que tú cállate y dedícate
a tu piba, no sea que te salga cariñosa como la mía.
—¡Tío,
con Silvia no te metas que te meto!
—¡Y
tú deja de puto grabar que te tragas mi puño. Ya te lo he dicho 3 veces,
dos con educación y esta es una puta amenaza!
—¿Me
estás amenazando, mamón? Mira que está grabado… ¡185!
—O sea,
que encima no me vas a decir con quién.
—…
¿Quieres saberlo?
—Dímelo.
—No
sé si debo…
—Ten
la mierda de decírmelo por lo menos…
—…
—¡Me
lo debes, joder!
—Joder,
¡qué teatrero!
—¡Tú
cállate!
—¡Dios,
470 visitas!
—Me
das asco… Me dais asco todos. ¡Enfócame! Eh, los que miráis, sois unos putos
fracasados…, os va el morbo…, os sentís vacíos y tenéis que llenar vuestras putas
vidas con las de los demás…
—¡No
te acerques!
—Ahí,
mirando como salidos y viciosos…
—¡1300!
¡Esto huele a récord!
—¡Es…
Javi!
—¿Qué?
—Lo
que has oído.
—¿No
será…?
—¡Tu
hermano, joder!
—¡Uhhhhhhhhhhhhhhhh!
—¡Huele
a récord!
—¿Mi
hermano? ¿Te has tirado a mi hermano, puta destroza matrimonios?
—¡No
se lo digas, vale!
—¿Qué
no se lo diga?
—¡3700!
¡Síííííííííííííííí!
Rompe
un tercio y amenaza con el silicato.
—¡Suelta
la puta cámara o te mando al cirujano!
—Espera,
tío…
—¡Espera!
—¡Tranquilo!
—¡¡¡Es
todo mentira!!!
—¿Qué?
DEUS
EX MACHINA: Ponemos precio a nuestra vida, pero ¿cuál es el precio de nuestra
vida? ¿El engaño? ¿La muerte? ¿El morbo? ¿El orgullo? ¿El éxito? ¿La
competitividad insana? ¿Ser el «mejor»? Ponemos precio también a la vida de los
demás. ¿Desde cuándo «no» es «sí»? ¿La enfermedad del yo ha avanzado tanto que
percibimos valores y palabras invertidas? La Ilustración derrocó a los tiranos
de sangre azul, pero ahora el prójimo es mi tirano. La masa, creyéndose
individuo, tiraniza a otros individuos. La masa acecha. La masa cáncer, esa
suma de individuos sin individualidad, devora al hombre individual. La masa
tirana anhela individualidad, pero al no tenerla en su constituyente biológico
pretende alcanzarla usurpando al verdadero individuo. «¡Muerte al individuo
porque me agrede su individualidad!» ¿Hasta cuándo este superhombre podrá
resistir? ¿Dónde va a refugiarse en su lucha titánica? ¿Su única salvación será
degradarse a abandonar su arma, la razón, y aprender a usar las armas de la
masa bestia? Podría caer derrotado y la masa ya no tendría antagonista. Muerta
la razón que controla a la bestia, esta seguirá teniendo hambre porque es
principio insaciable. La próxima digestión será fagocitaria. La masa
trituradora rastreará cualquier síntoma atávico y durmiente de individualidad
entre sus componentes, y seguirá masticando y aniquilando a «lossuyosenpotenciade»
superhombres.
Al
final, al monstruo solo le quedará el hambre…