viernes, 15 de noviembre de 2013

El borreguismo patológico


El borreguismo patológico
Nicholas Dunmore

borreguismo.
(De borrego).
1. m. Actitud de quien, sin criterio propio, se deja llevar por las opiniones ajenas.


Bonita definición del Diccionario de la Real Academia Española que expresa en términos más que objetivos un concepto al que llevo dándole vueltas durante bastante tiempo. Mi definición personal sería esta: PATOLOGÍA generalizada en la sociedad con una alta capacidad de mutación y de adaptación al medio para la que no existe vacuna y que se transmite por el aire.
Lo peor de esta enfermedad es su extraordinaria capacidad de hacer desparecer los síntomas, de manera que resulta imposible a los afectados detectar su presencia. Además, la enfermedad parasita de tal forma al individuo que este desarrolla su propio sistema de defensa ante posibles amenazas. Este sistema de defensa puede variar en complejidad dependiendo también del nivel de complejidad del afectado, que por norma suele ser un nivel bajo, ya que el virus ataca a los organismos (la palabra exacta sería idiotas) emocional y mentalmente atrofiados, que desgraciadamente son la gran mayoría.
La defensa contra la “desborreguización” suele ser la negación de la misma, apelando a la libertad humana de tomar decisiones y pensar por ti mismo (ja, ja, ja), ya que es más sencillo negar las cosas que aceptarlas. El mayor problema viene cuando el virus se da cuenta de que su huésped está cerca de ser “desborreguizado”, y entonces estas personas vienen a decir una frase que contiene una de mis construcciones favoritas: “¿Qué dices, estás loco?” O aluden a la típica frase estúpida y predecible de “Anda, deja de decir tonterías y haz lo que tienes que hacer”. Ciertas personas intentan transmitir debilidad y flaqueza con frases como “Ay, si yo no entiendo esas cosas” o “Si es que yo no soy tan listo/a como tú”; y recurren al uso de la compasión como método “antidesborreguización”. Por último, existe un grupo, por desgracia el más generalizado, que lo que hace básicamente es encerrarse más en su borreguismo, dando falsas pruebas insustanciales e insuficientes, además de nada lógicas, y recurrir a la violencia como método de lo que yo denomino “escape de la verdad”. En fin, como aquí se demuestra los borregos son más que predecibles.
No sé si me estaré explicando correctamente, pero por si acaso diré que cuando hablo de borreguismo me refiero a ese borreguismo invisible que está pero que nadie reconoce y que aquellos que se dan cuenta son locos o teóricos de la conspiración. Me refiero a ese borreguismo generalizado que se manifiesta en todo tipo de variantes del mismo. Borreguismo político, cultural, religioso, científico, y un larguísimo etcétera.
Si leemos la definición de diccionario sobre la ya reiterada palabra hay un término dentro de esta que voy a proceder a analizar. Me refiero a la palabra “ajena”.
Desde el momento de nuestro nacimiento, nuestro entorno condiciona nuestra educación, nuestra espiritualidad y nuestra forma de ver el mundo. Pero a su vez nuestros tutores en el borreguismo tuvieron otros tutores, que a su vez tuvieron otros y así sucesivamente. De forma que esta situación no es, ni mucho menos, reciente. El borreguismo es una enfermedad que afecta a todos los ámbitos sociales y se da en todas las edades. Si no, preguntadle a un niño por qué va al colegio. Sin duda alguna responderá “porque hay que ir” o “porque me lo dicen mis padres”. Ya desde edades tempranas metemos en las cabezas de los niños que “las cosas son como son”, “hay que hacer lo que hay que hacer”, “no intentes cambiar las cosas porque es así de toda la vida”, y muchas más frases similares que no citaré por falta de espacio. Pero ¿qué, quién o quiénes son los directores de esta fábrica infernal de esclavos humanos estúpidos, sobreinformados de mala manera, egoístas e ignorantes?
Personas de todas partes te darán miles de respuestas a esta pregunta. Unos afirman que son los “Anunnaki”, seres extraterrestres que vinieron hace siglos a esclavizarnos; otros afirman que son los Illuminati o los Masones o los Rosacruces o la Iglesia Católica o el Gobierno de los Estados Unidos. Pero ¿cómo encontrar la verdad entre todas las mentiras? ¿Cómo detectar y (lo más importante) RECONOCER que estamos borreguizados por “algo/alguien”? ¿Cómo salir del borreguismo y ser libres?
Pues la respuesta es bastante sencilla. Confíen en sus propias decisiones y olviden a los  eruditos, políticos, famosos, compañeros de clase, de trabajo, de piso, familiares, amigos, etc., porque ellos son los transmisores del borreguismo. Ellos son el transporte del virus. Lo único real eres tú mismo y debes descubrir la verdad dentro de ti usando tus propios métodos.
Creo sinceramente que hay aún esperanza para que la humanidad despierte al fin de su estupidez masiva y todos nos demos cuenta que todo lo que creemos “real” es solo producto de un engaño masivo del que no saldremos nunca si aún hay gente que no confía en sí misma sino que tiene como credo lo que ve en los medios. En definitiva, la sociedad en la que vivimos es una cadena de montaje de clones de la que somos partícipes directos. Por favor, lectores, os ruego que penséis fríamente el porqué de las cosas que os rodean. Solo así os daréis cuenta de lo absurdo del mundo en que vivimos.
Finalizo este mi primer artículo con una frase que será el tema del próximo.
“La locura no es sino la forma más absurda de llamar a la más pura inteligencia”
Saludos.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Wertiginoso…

 
Wertiginoso…
El niño cielo

*evocar.
(Del lat. evocāre).
1. tr. Traer algo a la memoria o a la imaginación.
2. tr. Llamar a los espíritus y a los muertos, suponiéndolos capaces de acudir a los conjuros e invocaciones.


Wertedero
Wértice
Wertebrado
Wertiente
Werticilo
Wertumno
Wertsionado
Wertiroso
Wertberecho
Wertbiquí
Wertrrido
Wertrrinche
Wertzotas
Sinwertgüenza
Awertsión
Adwertido
Conwertible
Cawertnícola
Rewertsible
Perwertido
Perwerturbado
Cowertero
Enchufwertdo

Ciudadano a la venezolana


Ciudadano a la venezolana
Consejero
Estaréis de acuerdo conmigo, queridos lectores, en que Venezuela no está pasando por su mejor momento; es la versión 2.0 del siglo XXI de lo que yo estudiaba en historia y que se llamaba caciquismo; y digo que era lo que yo estudiaba porque quizá Pajín le haya cambiado el nombre por algún eufemismo ya que “cacique” es una palabra  muy mala y muy…; no, no hay más argumentos. (No sé cómo he conseguido meter en un mismo párrafo “Venezuela” y “Pajín”).
Pero, retomando el tema de Venezuela, estaréis de acuerdo en que las libertades públicas apenas existen y que las que los venezolanos creen que existen, como la libertad de prensa, está totalmente controlada por el Gobierno. Es una auténtica pena –pensaréis–, es intolerable. Al final no es más que una empresa que recibe dinero del Gobierno con la finalidad de que emitan los contenidos que sean acordes a las políticas nacionales (quizá esos criterios los fije el Viceministerio para la Suprema Felicidad del Pueblo venezolano –Ministerio que existe de verdad, por cierto–). La paradoja está en que son los propios venezolanos los que pagan, con impuestos, para no tener libertad de prensa.
Y ahora que somos conscientes de esta situación, hay que pensar que nos da pena Venezuela pero no nos da pena España que no se aleja demasiado de ese modelo. Resulta que en España aún existen las televisiones públicas y las radios públicas y no nos conformamos con una nacional sino que nos conformamos con una autonómica también y otra provincial y otra local, ¡cuya razón de ser es que nosotros les paguemos (impuestos) para que emitan noticias y reportajes de promoción sobre nuestros gobernantes! ¡Qué disparate! ¡Pero si es lo mismo que Venezuela!
¿Hasta cuándo vamos a estar los españoles pagando televisiones de promoción pública que no ofrecen un servicio real a la sociedad? De verdad, señores gobernantes, que con un medio nacional nos conformamos (por eso de si se tienen que ofrecer comunicados o noticias de urgencia nacional). No queremos televisiones autonómicas ni locales que solo hacen generar más déficit mientras se hace más cara la educación, la justicia, la sanidad, la seguridad, etc.
Y ¿cómo podemos estar tan seguros de que no ofrecen un servicio a la sociedad? Pues muy sencillo, porque están todas arruinadas, no generan nada a la sociedad y la sociedad genera que se arruinen; ejemplos hay varios, como TV3, Canal 9, TeleMadrid, Onda Regional, etc. Se llama ley de la oferta y la demanda, que se estudia en Secundaria, y parece que en España no hay demanda de servicios a la venezolana. Pero los jefazos del traje y maletín aún consiguen engañarnos porque todas las nombradas ahí siguen generando cada día más y más crisis. ¿Es esta la senda de la recuperación?