Oh, mundo
El niño cielo
Por
el desierto, donde los mosquitos pican y las calaveras se derriten…
—Odio
al mundo. Pero mi confesor, que además es psiquiatra, siempre me decía: «Quien
mucho abarca poco aprieta». Así que voy a ir poco a poco. Odio España.
—¿Cura
y psiquiatra?
—Bueno,
así curaba el alma con más oficio. «Psique», alma.
—Ya.
Y has dicho «decía». ¿Es que murió?
—No. Solo enmudeció. Así, de repente. Dejó de hablar. Y nadie sabe si es voto de
silencio, si es una enfermedad…
—Claro,
como no ha podido contárselo a nadie…
—Pues
eso.
—¡Pobre
hombre!
—No.
Él está bien. Ahora practica golf.
—Ahí
no hay que hablar.
—Y
ajedrez.
—Ya
veo. Sacando rendimiento a sus capacidades.
—…
—Pues
si odias España te cuento la última para que vomites.
—Ya
no me sorprende nada.
—Leo
en internet, a lo mejor es una trola, que traducen
poemas de Lorca a «lenguaje normal».
—¡¡¡Qué!!!
—Te
lo dije. No sé si será, pero piodría ser.
—El Romancero gitano pasa a llamarse Los gitanos y sus movidas.
—¡¿Estamos
locos?!
—Los
creadores dicen que es para acercar a Lorca al público. ¡El mainstream!
—¿Acercar?
¿Acaso Lorca quería que le acercaran a Kiko Rivera o a Belén Esteban? Si
hubiera querido acercarse a este hubiese escrito Nena, estás bien acolchada, o Nena, me crujes to lo negro, o Nena..., Nena. ¡Me cago en to lo que se menea!
—Parece
que algunos profesores lo ven bien.
—Porque
no lo entienden ni ellos. Pero lo peor es que ni lo intenten.
—Espera
que tengo la noticia en el móvil.
—¿Tienes
señal aquí?
—Tengo
7G.
—¡Qué
tío!
—Mira,
aquí: en vez de «Amor de mis entrañas, viva muerte / en vano espero tu palabra
escrita» han traducido «Te estás columpiando y eso hace que me ralle un poco,
¿sabes?».
—¡Qué
chapuza! ¿Eso es «lenguaje normal»? ¿«Normal»?
—…
—Además,
está mal traducido. Sería: «Buenorra que me rajas la panza cervecera con tus
chascos / (let me take a selfie) asín que mándame un wassap pa saber algo de
tus curvas».
—Ahora
saldrán diferentes versiones.
—Me
voy a abrir las venas.
—No
salpiques.
—¿Tú
te imaginas que un fulano coge ahora el Anfiteatro
romano y lo tira abajo definitivamente y monta una carpa de circo gigante?
—Para
que los «normales» se hagan una idea, ¿no?
—¿O
que se repinte un cuadro de Dalí pero sin surrealismo? Con los relojes tiesos. Porque
yo veo un Dalí y tengo que esforzarme para entenderlo.
—Ahí
está el meollo. ¿Esforzarse? «¡De qué vas, chaval!», te diría un «normal».
—De
«normal» nada. Subnormal.
—Se
acabó la cultura del esfuerzo.
—Se
acabó el espíritu, el alma, lo que hay detrás, «Lo de dentro», diría Robe
Iniesta.
—Y,
¡ojo!, que detrás de esta idea de genio coñón está el dinerito. Así se embolsan
lo que dejan unos en la caja para leer cómo Lorca dice «Joder», «Hostia puta»…
Ya me los imagino ahí: «Ostia, mira lo que pone: “Me mola quedarme empanado
mirando arriba / Es una putada que el cielo mole tanto y esté tan lejos”».
«Mola mazo, tío, es la ostia». «Joder, ya ves». «Ya ves, joder, es la puta
ostia». «Ostia puta». «El Lorca este es lo más de la ostia». «Ostia. Es la
caña». «Joder, qué buena ostia, ostia». «El puto amo». «¿Has visto al Rafa Mora
ese de… hoy riéndose de la pava de la hermana de Kiko Rivera?». «No. Y ¿tú sabes si es mejor el Ultra Gig 7D500, con pantalla humana, o el Billy Joe 1001 GRRRR?».
—…
—El
arte y la cultura se están amoldando a la idiotez humana.
—¡Mujeres y hombres y viceversa se ha
abierto de piernas para que nazca su futuro Mesías que acabará con la
creatividad individual y salvará a la supermasa borreguil de la amenaza
intelectual!
—¿Te
acuerdas cuando vimos la peli Idiocracia?
—No
me la recuerdes.
—…
—...
—...
—Oye,
y ¿tu confesor ese qué hace con su vida?
—Ahora
mismo se está preparando para dar el salto a la música muda.
—¿Instrumental?
—No.
Muda.
—Y
¿cómo es eso?
—No
sé. Es pionero.
—…
—Bueno.
Pues ya hemos llegado. Aparca el camello y vamos a tomar unas cañas.