lunes, 26 de diciembre de 2016

Ceda el paso


Ceda el paso
Eva Tacazo

Hete aquí que llovía a porrazos, el cielo estaba gris húmedo y los viandantes de siempre, los de siempre, paseaban en coche.
Con este panorama caminaba de un lado de la calle Robin de Locksley, de los Locksley de siempre también, que había abandonado hace años Sherwood, cansado de ser un fuera de la ley. Ahora cumplía con hacienda. En lugar de arco, paraguas. A su mano una inocente niña.
Del otro lado de la calle, Little John. En lugar de bastón, paraguas. A su mano una inocente correa y 2 inocentes perrillos que no se tropiezan con él porque las piernas de John son chiquitas comparadas con su oronda barriga.
Ambos se colocan pegaditos a la pared para no mojarse, como suele hacerse estratégicamente en estas disposiciones acuáticas. La niña, protegida. Los perrillos, entre las piernas del forajido.
Ambos se van acercando ufanos, abatibles, sin conejos en el cinturón.
Ambos quieren pasar por el lado diestro de la acera.
Se van acercando, cada vez más.
No hay río, pero llueve a cántaros y el único paso sin mojarse es arrimarse al lado derecho todo lo que se pueda.
Están muy cerca. Ninguno se aparta, ninguno cede y…

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