Una vez más: ¿estamos preparados?
El niño cielo
3 de enero de 2010
Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos
veces sobre la misma piedra: ¡qué triste!
El otro día visionaba –que
dicen ahora los modernos–
un documental sobre «obsolescencia programada»: las «cosas» que nos
rodean están programadas desde su creación para que queden obsoletas en un
tiempo concreto y predeterminado «de fábrica», para que compremos otras.
Luego recuerdo que mi coche anterior sufrió una «insuficiencia motora» del orden de ocho
mil euros. Fatal. Vamos, que tuve que tirarlo, quiero decir; y comprar otro, se
entiende. Y lo que pasa: no dejas de escuchar historias de otros a los que les
pasó o de sus amigos o vecinos y tal y cual. Recuerdo también que me mosqueé
con el tipo de uniforme gris y amarillo que trató de convencerme de cómo
reanimar mi coche muerto, una terapia que era algo así como la sanidad
americana, como he dicho antes: ocho mil euros. Yo le asediaba y hostigaba con
mi boli en mano: oiga, los coches de hoy avisan de pinchazos, de cinturones de
seguridad sin colocar, de que el niño ha manchado la tapicería rosa y malva con
un trozo de pizza y me dice que son incapaces de avisar de una «insuficiencia motora». En fin, imaginad
la respuesta.
Bueno, ahora resulta que esa marca, la de mi coche, anuncia
varios modelos eléctricos para este año. Eléctricos totalmente, no híbridos.
Los híbridos parece que han pasado inadvertidos. He visto alguno, pero no he
visto una transición como se decía.
Lo normal es que el resto de marcas vayan al acecho. Imagino
que en breve, unos meses, habrá más anuncios. Me lo veo venir. Como con la
informática y todas estas tecnologías de hoy, que construyen un modelo y a los
2 días ya está otro departamento con la próxima evolución o, como ellos dicen,
generación.
¿Nos hemos preguntado qué va a pasar? Yo creo que no. Y ¿qué
puede pasar? Pues puede pasar de todo: para empezar, no sabemos cuántos años de
garantía tendrá una batería eléctrica de coche, ni lo que valdrá cambiarla
cuando se rompa; tampoco sabemos dónde se recarga la batería, aunque ya hay
dispositivos para garajes, pero yo no tengo garaje...; creo que habrá
servidores, «electroneras», pero tardan
media hora o así en recargar, a día de hoy, y no sé ni dónde hay una; además,
se supone que para cualquier reparación estaremos obligados a morir a nuestro
taller, que es el que conoce el sistema y tendrá las piezas convenientes,
porque un particular, como no «se ponga las pilas» rápido, lo va a tener
chungo; y, claro, las piezas tendrán el precio que ellos dispongan e imagino
que, al igual que con un microondas o una nevera, arreglarlo valdrá la mitad de
lo que cuesta otro –no al
principio, pero podría ser así–;
y cuando se produzca un fallo o error inesperado seguro que no funcionará nada
y tendremos que llamar a un técnico-reparador desde el móvil o a una grúa y
directamente al taller, que nos cambiará el chip
del montante de reacción interna del flujo eléctrico de invisibilidad inducida
por ejes de acción simultánea completo por mil euros más mano de obra o
servicio a domicilio o teledirigido: como la nevera; sobre todo por que tenemos
la experiencia de multitud de aparatos eléctricos que sorprendentemente dejan
de funcionar y, peor aún, no se pueden arreglar; al montante eléctrico habrá
que añadir el informático: todos sabemos cómo funciona un ordenador después de
unos 2 años ¿verdad?; error del sistema, actualización, formatear, reiniciar, ¿está
seguro de que desea arrancar el vehículo?, le avisamos de que si reinicia el
vehículo puede producirse un fallo inesperado, descargue primero el programa,
actualice el sistema de arranque antes de arrancar el arranque, atención:
arrancaización, ¿desea que Renault le
ponga en contacto con un taller oficial o envíe los errores?
Y quizá no. Quizás hayamos aprendido.
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