miércoles, 30 de octubre de 2013

La educación y la Fama


La educación y la Fama
Espe Or

Estuvieron varios años emitiendo y no dejaron de sorprenderme: calidad humana.
Y bailan. Porque era un programa de baile: aprendían a trazar atrevidas piruetas, aprendían interpretación, teatro, lírica... Pero es que había más. Era una escuela de baile, pero había más.
El baile es la estructura, el andamiaje, el elemento de cohesión, pero el contenido era otro. Se masticaba convivencia. Y todos sabemos qué es la convivencia aventuro: dialogan y discuten, se respetan y se insultan, se aman y odian..., viven. Eso es la vida con los demás.
Viven con los demás: se reunían para decirse lo bueno y lo malo, pero sobre todo para explicarse por qué. Se peleaban... y luego tenían que bailar juntos. Desarrollan así las emociones, la empatía, la comprensión de que el otro está ahí, junto a mí, cerca, presente, y he de entenderlo. Y con el tiempo y el esfuerzo, entre los extremos amor y odio, respeto e insulto, aparece, emerge, brilla una fina línea conmovedora, una conexión: los griegos usaban la voz pathos, íntima emoción. Comprenden que el otro no es tan distinto a ellos.
Y ¿quién libera estos secretos? Detrás de estos jóvenes impulsivos están los profesores. Ellos se llaman profesores. Yo creo que son algo más, porque para conseguir lo que consiguen hay que ser algo más. Son creadores, artífices, orfebres medievales de lo humano. Enseñan arte y saben que el arte es plástico, se moldea y crece con el corazón. Ellos los invocan, les hacen hablar, decir, bailar, contar, aprender, danzar, escuchar, obedecer, reflexionar, perdonar, emocionar, compartir, realizar, crear. Educan.
¿Puede un profesor hacer todo eso?

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