martes, 8 de diciembre de 2015

Platón y quién será el siguiente


Platón y quién será el siguiente
Dante

¿La sociedad está “yendo de mal en peor” y “el mundo se va a la mierda”?
No, sinceramente, el mundo no se irá a ninguna parte, pero dependiendo del lado de la balanza en el que estemos veremos la vida con un cristal de un color u otro del símbolo de Pink Floyd.

Tomemos el ejemplo de Singapur: un pequeño islote cenagoso que fue colonizado por los ingleses en la edad de piedra local. Cuando se marcharon, dejaron la típica colonia portuaria donde la gente se comía hasta las uñas para sobrevivir.

Todo cambió cuando llegó Lee Kuan Yew, uno de los hombres más grandes que anduvieron sobre la tierra. Elegido democráticamente, hizo de Singapur una de las naciones más poderosas y estables, lo que hizo a los inversores y empresas competir por el espacio de oficinas allí a puño y navaja. Fue vilipendiado por los medios de comunicación mainstream. Sin embargo, el Ministerio de Verdad orwelliano se quedó indefenso ante lo empírico.

Singapur, una “dictadura”, tiene ahora un millonario por seis habitantes, y sumando.

Pero no puedes mascar chicle allí.

Pongamos ahora a Europa en la mira: un continente fosilizado, bruxelizado, y musulmanizado.

Un espacio de Schengen y amor donde los islamistas radicales no constituyen un peligro en absoluto. Un lugar de justicia social donde te rebanan la cabeza si la sacas demasiado.

Es la democracia, manejada no por poderes en la sombra sino por burócratas que intentan “salvar el mundo”, ese virus implantado bajo los cráneos de la generación del 68.

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