Para
un alma de Ébano
Miguel
Ángel Jiménez-Velasco Candela
¿Qué
hizo a la tormenta no volar los cardos?
¿Qué
movió al viento a polinizar el veneno en color y forma?
Como
un niño muerto en la orilla al amanecer.
¿Cómo
un niño muerto en la orilla al amanecer?
¡Como
un niño muerto en la orilla al amanecer!
Y
¿qué queda en mi cabeza?
Un
agujero negro de pensamientos, un abismo.
Pensamientos
oscuros que me roban el sueño.
Mi
sueño ya no es mío, no me pertenece mi propio sueño.
El
dueño es el quebradero de cabeza.
Quebradero
que inunda mis adentros.
Me
invade de oreja a oreja recorriendo mis recovecos,
ennegreciendo
de cinismo mis esperanzas,
ocultando
el Sol del calor humano a mis semejantes.
A
un niño le han arrebatado el Sol, y a mí…
a
mí me lo han oscurecido.
Y
aun así, cada día se muere una y otra vez nuestra estrella querida.
Y
aun así, cada día, el cielo sabe más a tormenta y negrura.
Supongo
que alguien
tendrá
una linterna…
Que la playa no te lleve…
El niño cielo
Cuando machacamos
la belleza de ébano siria…, ¿en qué
momento nos torcimos? Cuando las aguas tienen que llevarse una flor rota…, ¿en
qué momento nos torcimos? ¿En qué momento perdimos el alma cuando hacemos de
las flores y los árboles ceniza?
Seguro que hubo
un momento en que no había fronteras
dibujadas en esta tierra de estúpidos colores. Seguro que hubo un momento en
que no se miraban los colores.
En ese
momento se miraba la flor, se olía la flor, se veía su vida...
Luego llegó
un momento en que lo jodimos todo, en que las flores ya no respiraban, en que las
flores ya no servían, así que las convertimos en negro humo. Y eso es lo que
hemos respirado durante años: negro humo, negra alma. Y ahora negros como somos
sólo vemos lo negro, solo vemos la muerte, y sólo hacemos muerte.
Y no nos
avergüenza.
Fue cuando
empezó el tiempo del mercado.
Empezó la
borrachera del animal. Y el animal se comió a la persona y la cosa desplazó a
la persona… La cosa creó otras cosas. Y la flor tenía que morir en un rincón
oscuro, cerrado por llave animal.
Fue cuando
las negras manos servían para romper. Y estuvimos rompiendo hasta hoy, cuando
las negras manos asesinas entierran una flor viva.
Me gustaría
que las lágrimas que llueven ahora mismo en mi mano pudieran devolver el alma a
esa flor, a ese camino de flores sirias que están respirando ciegas mientras
almas negras le empujan, le rompen, le condenan a ese rincón oscuro cerrado por
llave animal.
Me gustaría
que el tiempo del mercado acabara. Me gustaría que pudiéramos oler la flor otra
vez. Me gustaría que el aire se llevara el humo negro. Me gustaría que la playa
trajera vida, y no al revés. Me gustaría que el tiempo supiera volver.
Poesia,música, maestria y dolor….siempre es un placer leerte.
ResponderEliminarFdo: Raquel
Poesia, música, maestria y dolor..siempre es un placer leerte.
ResponderEliminarRaquel