Me dirijo a usted o
La confianza en el progreso
La niña lluvia
1) Disculpa, pero el otro día me mandaste una medicación y
acabo de ver en internet otra igual pero más barata. ¿Me lo puedes aclarar?
Otra cosa, me he informado y tenías que haberme explicado más detenidamente de
que me ibas a introducir la sonda esa por la nariz, porque desde luego yo me
hubiera negado, faltaría más. No lo hice porque no podía ni moverme cuando ya me
habías metido parte del cable ese, y yo pensaba que era normal, pero por lo que
me cuentan no siempre es como lo hiciste tú y otros médicos tienen más
consideración. No pretendo darte lecciones ni nada, pero creo que deberías
pensarlo y planteártelo. Somos personas ante todo. Y yo no me sentí persona,
faltaría más.
2) Buenas tardes, ante todo:
El otro día me vine con la dieta que me hiciste. Soy Josefina
Triveca Relaño. El caso es que miré una cosa que había escrita que ponía que
tomara los hidratos de carbono, pero una amiga que entiende me decía que eso
son azúcares y que voy a engordar. No sé si es que me lo pusiste equivocado o
es que mi amiga no me lo ha explicado bien. ¿Podría contestarme cuanto antes
para poder empezar a tomar la dieta? Tengo necesidad.
3) Hola. Quiero decirte que el otro día mi hijo quedó para
hacer un trabajo con un grupo de la clase para su asignatura y quedaron en casa
de uno pero a mi hijo no le avisaron y preguntó y no le decían dónde quedar y
no pudo hacer el trabajo por esa razón y creo que usted le va a poner un cero.
Quiero que lo sepas porque es importante que un alumno no sea minusvalorado por
la sociedad y todos tenemos que poner nuestro granito de arena y aportar para
que eso cambie y desde luego mi hijo y yo estamos en ello y le ruego que lo
tengas en consideración para que aquellos alumnos recojan el fruto de lo
sembrado y tengan su merecido.
4) Buenos días, soy Juan Osado García:
El otro día en el partido de mi hijo vi que lo quitó cuando
no llegó al corte y nos metieron el gol. Sospecho, y usted me confirmará, que
lo quitó del campo por esa situación. Creo que no se ha dado cuenta de que lo que
usted hace es culpabilizar a mi hijo, que por supuesto llegó a casa destrozado,
diciendo que había sido error suyo. Mira, ser entrenador es más que unas
cuantas reglas estratégicas y un cursillo de verano. Hay que tener mucha
psicología para trabajar con personas y no caer en cargar culpas ni
desacreditar a la gente como has hecho en este caso. Me parece imperdonable tu
actitud y no es la primera vez que me llegan comentarios parecidos de los hijos
de otros compañeros. Has desmotivado a mi hijo y quiero que ahora lo soluciones.
Podemos quedar un día después del entreno. Aprovecho para recomendar desde mi
modestia que el sistema que planteas no es bueno y está descompensado. No llega
el balón a las bandas. La defensa está muy atrasada. Y hay cierto jugador que
ya hablaremos que está descolocado, no cumple y mi hijo podría perfectamente
suplirle.
5)
5)
—¿La cuenta, por favor?
—Se la traigo ya.
—Pero ya ya, porque…
—¿Algún problema señor?
—Pues mira, ya que lo preguntas, sí. Aún no me has traído la
cuenta, pero me imagino que gratis no es. No se pueden cocinar alubias sin
chorizo potente. Y eso lo sabe cualquiera, ¿verdad? Estaba falto de sal, de
sabor… Y me ha parecido que le habéis añadido sal al final cuando os habéis dao
cuenta. Y la fritura estaba seca. Pero
seca como la mojama. El rebozao no se hace con tanta harina.
—Tomo nota señor, pero entienda también que a veces puede ser
una cuestión de gustos.
—¡Ah! ¿Quieres decir que tu gusto está por encima del mío?
—No, señor, para nada.
—Pues es lo que has dicho. ¿Lo ha dicho o lo ha dicho?
—Discúlpeme, señor, siento haberme expresado mal. Le traigo
la cuenta.
—Venga, rapidito, que tenemos prisa.
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