lunes, 30 de noviembre de 2015

Me dirijo a usted o La confianza en el progreso


Me dirijo a usted o La confianza en el progreso
La niña lluvia


1) Disculpa, pero el otro día me mandaste una medicación y acabo de ver en internet otra igual pero más barata. ¿Me lo puedes aclarar? Otra cosa, me he informado y tenías que haberme explicado más detenidamente de que me ibas a introducir la sonda esa por la nariz, porque desde luego yo me hubiera negado, faltaría más. No lo hice porque no podía ni moverme cuando ya me habías metido parte del cable ese, y yo pensaba que era normal, pero por lo que me cuentan no siempre es como lo hiciste tú y otros médicos tienen más consideración. No pretendo darte lecciones ni nada, pero creo que deberías pensarlo y planteártelo. Somos personas ante todo. Y yo no me sentí persona, faltaría más.

2) Buenas tardes, ante todo:
El otro día me vine con la dieta que me hiciste. Soy Josefina Triveca Relaño. El caso es que miré una cosa que había escrita que ponía que tomara los hidratos de carbono, pero una amiga que entiende me decía que eso son azúcares y que voy a engordar. No sé si es que me lo pusiste equivocado o es que mi amiga no me lo ha explicado bien. ¿Podría contestarme cuanto antes para poder empezar a tomar la dieta? Tengo necesidad.

3) Hola. Quiero decirte que el otro día mi hijo quedó para hacer un trabajo con un grupo de la clase para su asignatura y quedaron en casa de uno pero a mi hijo no le avisaron y preguntó y no le decían dónde quedar y no pudo hacer el trabajo por esa razón y creo que usted le va a poner un cero. Quiero que lo sepas porque es importante que un alumno no sea minusvalorado por la sociedad y todos tenemos que poner nuestro granito de arena y aportar para que eso cambie y desde luego mi hijo y yo estamos en ello y le ruego que lo tengas en consideración para que aquellos alumnos recojan el fruto de lo sembrado y tengan su merecido.

4) Buenos días, soy Juan Osado García:
El otro día en el partido de mi hijo vi que lo quitó cuando no llegó al corte y nos metieron el gol. Sospecho, y usted me confirmará, que lo quitó del campo por esa situación. Creo que no se ha dado cuenta de que lo que usted hace es culpabilizar a mi hijo, que por supuesto llegó a casa destrozado, diciendo que había sido error suyo. Mira, ser entrenador es más que unas cuantas reglas estratégicas y un cursillo de verano. Hay que tener mucha psicología para trabajar con personas y no caer en cargar culpas ni desacreditar a la gente como has hecho en este caso. Me parece imperdonable tu actitud y no es la primera vez que me llegan comentarios parecidos de los hijos de otros compañeros. Has desmotivado a mi hijo y quiero que ahora lo soluciones. Podemos quedar un día después del entreno. Aprovecho para recomendar desde mi modestia que el sistema que planteas no es bueno y está descompensado. No llega el balón a las bandas. La defensa está muy atrasada. Y hay cierto jugador que ya hablaremos que está descolocado, no cumple y mi hijo podría perfectamente suplirle.

5)
—¿La cuenta, por favor?

—Se la traigo ya.
—Pero ya ya, porque…
—¿Algún problema señor?
—Pues mira, ya que lo preguntas, sí. Aún no me has traído la cuenta, pero me imagino que gratis no es. No se pueden cocinar alubias sin chorizo potente. Y eso lo sabe cualquiera, ¿verdad? Estaba falto de sal, de sabor… Y me ha parecido que le habéis añadido sal al final cuando os habéis dao cuenta.  Y la fritura estaba seca. Pero seca como la mojama. El rebozao no se hace con tanta harina.
—Tomo nota señor, pero entienda también que a veces puede ser una cuestión de gustos.
—¡Ah! ¿Quieres decir que tu gusto está por encima del mío?
—No, señor, para nada.
—Pues es lo que has dicho. ¿Lo ha dicho o lo ha dicho?
—Discúlpeme, señor, siento haberme expresado mal. Le traigo la cuenta.
—Venga, rapidito, que tenemos prisa.
 

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