El ciudadano
breve
Espe Or
Breve,
sí, sí. ¿Y quién es él?
Después
de esta pregunta debe ir la respuesta de forma natural. Pero no hay un nombre y
apellidos.
El
ciudadano breve crea Twitter, la red
social que encarcela tu pensamiento en 160 caracteres. El ciudadano breve usa Twitter. El ciudadano breve también prefiere
escribir cien «wassaps» de una línea o de una palabra. Hay quien piensa que es
por fobia, vértigo o angustia a escribir extenso y hay quien dice que se debe a
que el cerebro del ciudadano breve trabaja muy deprisa: «Tío, es que pienso más
deprisa que hablo». Así que estos se lo pasan muy bien: cenan cuando comen,
vuelven de Francia cuando van, guardan la ropa cuando ponen la lavadora, vomitan
con la primera copa, encienden un cigarrillo cuando…, mueren cuando nacen —ah,
no, este era Freud—. ¡Vamos, lo que se dice disfrutar del momento, «carpe
diem»!
El
ciudadano breve pone una canción —normalmente de Los 30 principales— y antes de 1 minuto y 30 segundos ha cambiado a
otra o se ha comido las uñas aguantando. Es cierto que también lo hacen porque
los señores breves de Los 50 principales ponen
una canción ya empezada —publicidad manda— y la quitan antes de acabar —menos
mal que en Los 99 principales no
pinchan a Los Ramones, ya sabéis—. A
un ciudadano breve «The end», de The
Doors, o «Pedrá», de Extremoduro,
o «November rain», de Guns & roses,
por poner unos ejemplillos, le provocan taquicardia, depresión postparto, ansiedad, desmayos, náusea,
lupus, TOC, Síndrome de Forrest Gump o Huida infinita, Darsecuentadequestoyvacíopordentro.
De hecho, el mero hecho de exponerse a una intro de 1:30 ya tambalea su centro de
gravedad multiversal.
Por
supuesto, el ciudadano breve no puede ver Casino
o Uno de los nuestros. Sí puede con El lobo de Wall Street, pero porque
salen tetas, drogas, dinero fresco y te ríes con Di Caprio.
El
ciudadano breve gusta de los monólogos estos tan modernos de 10 minutos, pero,
¡ojo!, hay trampa. Los monólogos son acumulación de chistes breves que
conforman un todo semántico unitario. Un chiste lo puede reproducir cualquiera,
un monólogo no. Cualquier otro monólogo como el de una madre cuando no se
recoge la habitación o el de una pareja cuando llegas borracho y 5 horas tarde
al convite familiar o, simplemente, el monólogo teatral le provoca somnolencia
súbita.
El
ciudadano breve pone exámenes de selectividad con textos cada vez más cortos, o
con cajas rectangulares limítrofes para tu respuesta o indica «no más de un
folio por respuesta», cercenando la creatividad y conocimientos; y el ciudadano
breve cada vez escribe menos en dichos exámenes. Inventó también los exámenes
tipo test que tan gustosamente demuestran nuestras habilidades retóricas al
pensar si debo hacer un círculo o una rayita o una cruz.
El
ciudadano breve usa en su discurso diario, o sea, cuando habla —aunque él
realmente está callando ya— palabras denominadas baúl o comodín: «Dame una
mierda de esas», «La cosa esa de ahí», «Trae eso que está ahí». Él dice que por
economía lingüística, o sea, ahorrar, ya que está muy caro con la crisis y,
además, hay que declararlo a la propiedad intelectual. Si el ciudadano breve
escucha a otro extenso le pide que no sea así, que sea breve como él: «No te
enrolles», «Al grano», «Párrafo corto». Ejemplo: «Eliseo, me han deprimido
—dice, mientras absorbe con potencia un cigarrillo de una sola calada y saca un
botecito de 50 pastillitas de todos los colores, las lleva a la boca, las traga
sin agua y muere, muere pronto, sin mueca ni mirada infinita; el hombre llegó
con el traje para el entierro y una corona de flores que reza Thnx a ∀ ;) —».
El
ciudadano breve no acaba los refranes. Además utiliza onomatopeyas
habitualmente, para él son más expresivas y las acompaña con lenguaje gestual:
«Oye, qué tal ayer», «Buah, uff, ¿cómo te lo cuento?, fue… guau, pufff, ahhh,
diossss». Para mí es que de donde no hay no se puede sacar.
El
ciudadano breve dice que los planes de estudio de cinco años —licenciaturas— se
quedan en cuatro años —grados—. ¡Y no pasa ná!
El
ciudadano breve se defiende de los que le acusan de breve resumiendo: «Lo
bueno, si breve, dos veces bueno», sin darse cuenta de que no todos podemos ser
J. J. Millás o Unamuno, y creyendo que esa frase sostiene una igualdad entre lo
breve y lo bueno.
El
ciudadano breve creó la comida basura/rápida, tan digestiva ella, nutritiva y
fenomenal, frente al cocido o los gazpachos, porque estos requieren horas de
preparación y horas de saboreo y sobremesa. Y el ciudadano breve consume la
comida rápida/breve compulsivamente en señal de agradecimiento a su creador por
cuidar de él y permitirle tener más tiempo para trabajar, ver la tele y
trabajar mientras trabaja. De otra manera se estresaría.
El
ciudadano breve se descarga una aplicación de móvil llamada Inútil que no hace nada, se abre y pone
«Hace lo que promete». También se descarga la aplicación llamada Yo: «La herramienta de comunicación más
sencilla. Envía un “Yo” de voz, sin caracteres, y con un solo toque, no
malgaste el dedo. Yo significa todo y cualquier cosa. Todo depende de ti y del
momento. ¿Quieres decir “Buenos días”? “Yo”. ¿Quieres decir “Cariño, estoy
pensando en ti”? “Yo”. Las posibilidades son infinitas». Y después de
descargarla la usa y todo.
El
ciudadano breve llega a su clase de Física mecánica y dice a sus alumnos:
«Newton descansaba en un árbol y vio caer una manzana. Esa es la ley de la
gravitación universal».
El
ciudadano breve tiene ideas geniales para los ciudadanos ingenuos e inocentes
que trabajan tanto y no pueden pensar y actuar mejor. Y crea Pediasure: complemento alimenticio
equilibrado en polvos de delicioso sabor, que ayuda al desarrollo cognitivo
normal de los niños, que se mezcla con agua y se digiere fácil, rápido,
abatible e indoloro. ¡Deje ya la molesta comida cocinada! Si su niño no quiere
masticar más, Pediasure; si su niño
siente que le ha puesto mucha comida, Pediasure.
Aporta minerales y vitaminas como las verduras, las frutas, pero sin las
verduras y las frutas. No discuta más con su hijo tratando de enseñarle normas:
Pediasure. Llévelo siempre con usted.
Si va a un restaurante, Pediasure; si
va a merendar a casa de amigos, Pediasure;
si celebra un cumpleaños, para todos Pediasure
tamaño familiar; si conmemora una cena de gala, Pediasure de luxe. No tiene excusa. Levántese de…
Y el
ciudadano breve lo compra.
Y lo más triste de todo este asunto es que ser un ciudadano breve es tremendamente contagioso. Y desarrolla una fuerte resistencia a cualquier tratamiento pensante.
ResponderEliminar¡Cuánta razón tienes! El ciudadano breve, su brevedad, funciona cual virus. Lo aceptamos todo —como las hipotecas y sus cláusulas abusivas, por poner un ejemplo entre mil—. Somos todos. Algún romántico lucha en algún aspecto por no ser un breve, pero cae en otro.
EliminarMuy triste. Como todo lo humano.