Ética, estética y patética
El verdugo de los mendrugos
Que Kiko Rivera, Riverita, no es un defensor de las formas
no resulta un secreto difícil de ocultar, ¿verdad? No, no. Por favor, no os
quedéis en la superficie, no voy por ahí. Es cruel juzgar a las personas por el
físico, cada uno hace lo que puede. Lo verdaderamente importante es el
interior.
Y ¿qué es el interior? Bueno, en el caso que nos ocupa no
sabría por dónde empezar. Y no, por favor, insisto en que no lo digo porque
podría perderme en el interior de Kiko. Espero que nadie confunda el mensaje
por la mala elección de mis palabras. Por interior entendemos —más allá de lo
obvio— lo central, nuclear, significativo, alejado de la periferia. Así que el
interior parece algo sustancial, notable. Incluso me han dicho que la tercera
acepción del DRAE apunta: “Que solo se siente en el alma”. ¡Wow! ¡Vaya frase!
Tan destacable es el interior que recuerdo la letra de
aquella canción extremeña, «Esclarecido», en la que Robe golpea: «¡Críticos
rajaré! ¿Pa’qué? Pa verles por dentro. A ver si puedo comprender qué coño es el
talento»; «¡Voy a rajar a un juez! ¿Pa’qué? Pa verle por dentro. A ver si puedo
comprender por qué soy tan ratero». La cosa es capital. Nos dice Robe con su
filosofía castúa y natural que la única verdadera forma de entender es acudir
al origen, al centro, al núcleo, al interior, al étimo, en una hipérbole —o eso
espero— que alguna vez quisiera hacer realidad.
Tan importante como el interior es el exterior. Así al menos
lo ven los equilibrados clásicos. El arte clásico, símbolo de belleza universal
—en tanto que estética—, confía en el equilibrio interior/exterior o
contenido/forma o significado/significante. O sea: hay cuerpos buenorros con
los que pasear y no ir nunca al cine ni comentar un libro; hay mentes realmente
«frungibles», pero que sea en la oscuridad de una caverna; y, por último, la
gracia de saberse afortunado por tenerlo todo en su justa medida, sin que
sobre, sin que falte.
¡El exterior, Kiko! No, no. No digo que Kiko Rivera sea «solo»
exterior. Estoy gafado con las expresiones, ¿eh? Digo que el exterior está ahí,
en nuestras vidas, como parte tan natural como cualquier otra. Y de hecho hoy lo
cuidamos mucho. ¿Crees que tú no le das importancia? Cualquier chavalín de 15
años flipa cuando se publica un listado de las chorbas con las que «has
frungido», con las que incluso más de uno se ha tocado, de cerca, quiero decir,
o sea, que han coincidido por ejemplo en un paso de cebra en la calle —y lo de
cebra no lo digo por alguna de ellas, que son muy monas, es un recurso formal;
si hubiese dicho «cebras» sí. ¡Una sola «-s» lo que cambia!—. La pregunta
sería: ¿al invitarlas a casa a ver tus tigres —vaya fauna— les veías por algún
agujerito del escote el peazo corazón bombeante de emotiva sangre roja y
entusiasta honestidad —templo sagrado— o te quedabas en el neumático que te
transportaba a esa sensación de ternura y calma que te daba tu mamá?
¡Oh, la forma!
Pues sí, majo, las formas importan. Importa amar. Pero
también importa no ir dejando hijos por los hospitales como cadáveres en una
guerra —aunque solo lo hagas por Gallardón—. Sobre todo porque uno después
resulta que quiere darle consejos a su hermana pequeña o a un higienista dental.
¡Y no quiero ponerme «estupendo»!, para eso ya está Max. Solo digo que lo de
fuera importa para que no nos hagamos la picha un lío. Y lo de la picha tampoco
lo digo por eso que estáis pensando, yo no le voy a decir a Kiko que se haga
nada ahí abajo, ese no es mi estilo. ¡Estilo! ¡No me creo que no lleves un
cochazo! Sí, hombre, pa’ligar. Llevarás un buen motor y una buena carroza. Pues
eso: dentro y fuera.
Porque llamar «imbéciles» a los demás es de ser un tío con
estilo, de buenro. Resulta fácil llamar imbécil a alguien y no caer en la
cuenta de que uno puede estar en algún proceso acusado de plagio musical —yo no
digo ná—; y no sería así de haberse preocupado por ser original, o sea, por las
formas. Y eso de andar pareciendo lo que no eres…, ¿no ves que también son las
formas? Sí, hombre, por eso de que vas por ahí con que si trabajas mucho y tal,
cuando llevas dos días trabajando, como quien dice, y te lo has pasao sin dar
un palo al agua. Aunque sin quererlo —leitmotiv
de tu vida— puedes ser un innovador, un vanguardista: estoy convencido de que
los tatuajes en menos de 24 horas serán: «hamor de madre» o «prefierro morír
depié k vivír derrodiyas». ¡Y no pasa ná! esmás, ¡tanim portantes el cón tenido
en tú vída kespero cón ánsíass ell diaqe te ma tri cules en Filo-Sofía. ya
mamé. y yo tam bién.
Hombre verdugo, tampoco es para ponerse así con el pobre Kiko, las formas son importantes además del interior. Yo creo que lo ha querido decir Kiko es que...., bueno que Kiko ha querido expresar ..., vamos la verdad que no se que ha querido expresar, ni con el tatutaje ni llamando imbéciles a la gente que lo ha criticado, yo creo que Kiko, ¡vaya! cada vez que digo Kiko me viene a la mente lo ricos que están los kikos, no sé si por que se nombran igual, o por que la forma del kiko me recuerda a Kiko, (!vaya¡ otra vez las formas) o ¿será el interior que en ambos casos están llenos de aire? (vamos vacíos). Bueno parece que al final hasta le has tratado bien. xao i asta hotra.
ResponderEliminarLa España de "chicha y pandereta". Que vergüenza que a alguien le pueda interesar lo más mínimo los asuntos de este tipo de ¿personajes?....., se llamen Kiko, Belén o como se llamen.
ResponderEliminar¿Qué podemos esperar?