El
justificante
Eva Tacazo
—Está
todo muy mal… Atiende: Kiev: ¡15 manifestantes muertos!
—Benidorm:
primera multa por no recoger caca de perro.
—Civiles
armados levantan barricadas en Caracas. El Banco Interamericano de Desarrollo
revela que adolescentes latinoamericanas se quedan embarazadas como vía de
escape a la escuela.
—Facebook compra What’s up. Pilar Eyre no ve futuro entre El príncipe y Letizia. A
Calatrava se le “caen” sus obras. ¡Rosa Benito internada en el psiquiátrico!
—Muy
mal, muy mal…
—Poh…
Te relato una situación.
—Hum.
—Te
para la policía y vas a llegar tarde al laboro. ¿Qué haces?
—Largarme
no, desde luego.
—¡Joer,
está claro! Vengo a referirme a que si tu jefe no se lo cree ¿qué?
—¿Que
no se lo cree?
—¡Hombre!
Una vez sí. Pero imagínate tú por un casual que se repite: «Me ha vuelto a
parar la policía», porque los currelas siempre hacemos el mismo recorrido.
—Ya.
Quieres decir que cómo lo justificas para que no dude y te tiren a la calle,
¿no? Caso hipotético.
—…
—Pero
si ha sido por el despertador, por ejemplo, o porque el niño orquesta te da la
mañana ¿llevas un justificante acaso?
—No,
pero eso son circunstancias individuales, internas al devenir de uno. Yo te
hablo de cuestiones societales en las que un
portador-de-la-placa-mantenedora-del-orden-público-y-coercitiva-del-pensamiento-libre
decide hacerte el alto con mano arriba y a la izquierda: «Los papeles».
—Pues
no sé. ¿Es que le vas a pedir un justificante al «picoleto»?
—Yo
no lo veo tan absurdo. ¿Acaso no lo pides por ir al higienista dental o al
asesor de imagen o a un examen de inconsciencia?
—Sí,
pero es que aquí el acto es sorpresivo, espontáneo, abatible; no lo decides tú.
¡Habrá diferencias!, ¿no?
—¡Que
no soy tonto, hombre! Ya sé que es diferente. Pero también es espontáneo que un
paciente cristiano de pro salte de la cama preso de un brote esquizofrénico
porque crea que tú eres Nerón y quemaste y torturaste a su familia tras el
incendio de Roma y te muerda la oreja. ¿Y qué? Pos vas al médico y
—O
sea, allí mismo.
—eso,
y ya está.
—¡Es
que vaya tela con el ejemplo!
—Tú
ya me entiendes.
—Y
¿te atreverías tú a pedirle un justificante?
—¡Vamos!
Son funcionarios del Gobierno para el pueblo. Sería su deber.
—Pero
también son autoridad. ¡Y con libretita!
—¡Y
con pistolitita! Pero es que… A ver: ¿qué me van a meter una multa?
—Sí.
Pero no porque sea su intención, sino porque «Sí, señor. Aquí está. Con gusto
le indico que este papelito le va a servir a usted como garante y justificante
sin ningún género de duda: fecha, hora, lugar, incidencia, importe, número de
identificación de mi placa-mantenedora-bla-bla-bla… Lo tiene todo. Y si no le
sirviera, pásese otra vez por aquí, si tiene cojones».
—Tampoco
hablan así, chico, ¡qué irónico!
—¡Si
Larra levantara la cabeza…!
—¡Oye,
mira la Esteban!: Va a ver a una médium y le dice que el Jesulín no quiere a su
mujer tanto como la quiso a ella. ¿Qué te parece?
—Que
el dinero lo puede todo.
—Hum…
Y ¿cuánto le ponían de multa al del perro?
—150
euros.
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