jueves, 20 de julio de 2017

El fútbol no se toca XV


El fútbol no se toca XV
Eva Tacazo

—Coño, Mariano, ¿dónde tas metío? ¡Que llevo más de 40 minutos esperando! ¡Quillo, no mas cogío ni el móvil!
—Ya… ¡Manolo, ponme un carajillo asiático, que es como lo hacen en Cartagena! ¿Sabes cómo va? ¿No? Pos toma nota, que me lo he mirao hoy en la Wikipedia: café, licor 43, leche condensada, rajadura de limón y canela…
—Cuéntame qué te ha pasao.
—Ná, que me voy a una costurera de estas, a un sastre, a que me coja el bajo de unos pantalones que me compré ayer en las rebajas y...
—Pero ¿era hombre o mujer?
—¿El qué?
—¡Cojones, has dicho una costurera o un sastre!
—Ah, pos yo qué sé… una, una, era mujer. Pero es que no sé si se dice sastre o sastresa o sastrera o…
—¡Chs! Espérate, que saco el móvil y tengo aquí la aplicación de la Real Academia Española.
—La que limpia, friega y da brillo, ¿verdad?
—Sí.
—Pos esa era mi mujer.
—¡Mira que eres machista y animal…, y subnormal!
—¡Es una broma, hombre, pa desquitarme de que maya abandonao!
—Pues, mira, se dice sastre y sastra.
—Bueno, y ¿qué más da? No te quedes en lo circundante.
—Se dice circunstancial. No seas pedante. Habla con propiedad.
—Total, que llego allí y me doy cuenta de que el pantalón…
—Por cierto, perdona que te corte, ¿tas enterao de lo de Villar, el del fúrgol?
—Sí. Ese es un mamón. Que se joda. A pasar la noche al fresco en la nevera.
—El que pedía el indulto para Del Nido…
—El exjefe del Sevilla…
—7 años de cárcel…
—Y abogao…
—Se veía venir. ¡Cuántas veces lo hemos hablao tú y yo!, ¿eh? Manolo, este y yo ya sabíamos que era un criminal.
—Aún no lo sabe el juez y ya lo sabéis vosotros dos.
—¡Chs! Tranquilo, Manolo, que nos vamos a otro bar y te quedas sin clientes preferentes.
—Indispensables.
—Abatibles.
—Bueno, pues brindo con mi carajillo.
—Y espérate que ahora tirarán de la manta y van a caer tos los cerdos.
—Este lleva 30 o 40 años ahí, en el poder. Eso no hay moral integral que lo soporte.
—Ni Kant.
—Ni Aristóteles.
—Un tío que dice fúrgol no esconde nada bueno.
—Ni limpio.
—Bueno, y ¿el pantalón ese?
—Ah, pues eso, que llego a la sastra y…
—Por cierto, digo yo, a propósito y tal, ¿no te parece que hay mucho patriarcado en el fúrgol?
—Es que el fútbol es de hombres.
—¡Y dale con tu machismo integral…! Lo que quiero decir, que es que parece que no me captas, es que no hay ninguna mujer mandando en esos puestos directivos.
—Ya. Ni en los bancos corruptos.
—Pues a lo mejor podríamos hacer una raíz cuadrada de esas y deducir que para evitar corrupción y mangoneo, más mujeres dirigiendo… ¿No?
—No era una raíz cuadrada, animal, era un mínimo común múltiplo, que se lo expliqué yo el otro día a mi chaval.
—Pos eso.
—Precisamente me he estado leyendo esta mañana los 4 periódicos míos de cabecera, que sabes que lo hago todos los días, y resulta de que el Gobierno…
—Resulta que.
—¿Eh?
—Resulta que… Tú has dicho resulta de que, y eso está mal, que el otro día se lo estaba yo repasando a mi chaval también, por si te piensas tú que eres el único que repasas con el chaval.
—Y ¿qué más da? Resulta que…
—¡Chs, Manolo, tráeme más palillos!
—Resulta que el Gobierno ha pactado con muchas empresas privadas para hacer una plantilla anónima de currículos pa seleccionar personal pa trabajar.
—Pos muy bien, así se acaba ya este mamoneo discriminatorio.
—Y racial.
—Y estético.
—Pero ¿tú crees que es positivo obligar a las empresas a esto?
—No creo que obliguen. ¿Has dicho un pacto?
—Sí.
—Pos eso será que lo hacen pero luego lo deshacen. O sea, una vez te llamo a ti y a cinco más, luego os hago una entrevista personal y ya está.
—Las noticias dicen que en Europa no ha triunfado.
—Hombre, la idea es buena, pero, claro, luego las empresas también son las que deciden, porque para eso son privadas y pagan sus impuestos.
—Como siempre decimos tú y yo: más educación, más educación. Pero cuando toca, a edades tempranas, púberes, y no ahora, deprisa y corriendo, con parches…
—Yo creo que una empresa no puede permitirse el lujo de no valorar la actitud de su trabajador.
—La actitud es lo más importante.
—Y eso no está en ningún currículum.
—Pues, sí.
—Oye, y ¿lo del pantalón?
—Llego y le digo «¿Me cojes el bajo?».
—Con g, no con j.
—¡Ah! «¿Me coges el bajo?». Y dice «Sí». Acaba la… sastra, y me dice «Ya me lo puedes dar», y digo yo «El qué», y dice «El pantalón», y digo yo «Entonces me voy desnudo». Chico, que me había dejao la otra muda en mi casa y me ha tocao volver.

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