El gen esclavista
Dante
Las estampidas de los pasos
del gigante son cada vez más brutas,
el progreso avanza, pero
nosotros nos quedaremos atrás.
La carrera es cada vez más
violenta, rápida. Competencia perfecta.
Alguien mejor que tú, mejor
que yo, mejor que todos nosotros.
Son nuestro enemigo. No es
ninguna “inteligencia artificial”.
Es lo nuevo “natural” al
extremo de su perfección y posibilidades.
En unas décadas seremos los
parias, criaturas arcaicas despreciadas por los perfectos hijos del futuro.
Pero no sé si ellos serán humanos, como también dudo de la “conejidad” del
conejo fosforescente —que ya, por cierto, existe.
En un futuro muy cercano, los
humanos serán tratados como mercancía: pagarás por la inteligencia, la altura y
la salud de tu hijo. Será mejor que pagues, aunque te cueste un ojo de la cara.
Aligera tu cuenta bancaria, o te quedarás atrás y no podrás competir.
Yo, por mi parte, en cuanto
empiece todo esto, me iré a una choza bien apartada allá por Finlandia, Wyoming
o El Tíbet. Aún no lo sé. Pero me iré lejos, tengo miedo del futuro.
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