viernes, 13 de marzo de 2015

Conversaciones íntimas


Conversaciones íntimas
La niña lluvia

—¿Qué tal?
—Nada, aquí, a mearte.
—Bueno, pero hazlo dentro, que después me vienen a limpiar y la bayeta que usan escuece mucho, me está destrozando la tapa y me está dejando sin brillo. ¡Mírame!
—No te quejes tanto, que no haces nada.
—¿Te parece poco tragarme lo que me trago?
—…
—Por cierto, ese color no me gusta nada. Te hace falta beber más agua. ¿Lo haces?
—Normalmente sí, pero hoy venimos de tomar unas copichuelas y… eso deshidrata.
—Pero aún te mantienes derecho, por lo que veo.
—Nada, si han sido dos copas de vino y un gintónic. No tiene mérito.
—Así deberían hacer todos; pero cuando viene uno a vomitarme me quedo blanco. ¿Por qué no lo hacen en la calle? O, mejor, ¿por qué no se lo tragan?
—Y ¿viene algún ministro?
—Ya quisiera yo sacarles los colores… Bueno, veo que estás acabando y te tienes que ir.
—La verdad es que sí, tengo un poco de prisa, aunque si hubiera venido a otra cosa… no te digo yo que no hubiéramos escrito la tercera parte de El Quijote.
—Puede ser. Pero por lo menos has sido amable y me has contestado. Hay alguno que saca el móvil y se olvida del mundo… No olvides tirar de la cadena, por favor.

1 comentario:

  1. Mi trato con con "él" es similar.
    Aunque cuando voy a por aguas mayores es más un menage a trois, incluyendo el ebook, libro o revista de turno.
    Solo es más íntimo cuando voy a echar la pota, ya que me abrazo al artilugio con ganas y no veo el momento de soltarlo.
    ;) ;)

    ResponderEliminar