Conversaciones íntimas
La niña lluvia
—¿Qué tal?
—Nada, aquí, a mearte.
—Bueno, pero hazlo dentro, que después me vienen a limpiar y
la bayeta que usan escuece mucho, me está destrozando la tapa y me está dejando
sin brillo. ¡Mírame!
—No te quejes tanto, que no haces nada.
—¿Te parece poco tragarme lo que me trago?
—…
—Por cierto, ese color no me gusta nada. Te hace falta beber
más agua. ¿Lo haces?
—Normalmente sí, pero hoy venimos de tomar unas copichuelas
y… eso deshidrata.
—Pero aún te mantienes derecho, por lo que veo.
—Nada, si han sido dos copas de vino y un gintónic. No tiene
mérito.
—Así deberían hacer todos; pero cuando viene uno a vomitarme
me quedo blanco. ¿Por qué no lo hacen en la calle? O, mejor, ¿por qué no se lo
tragan?
—Y ¿viene algún ministro?
—Ya quisiera yo sacarles los colores… Bueno, veo que estás
acabando y te tienes que ir.
—La verdad es que sí, tengo un poco de prisa, aunque si
hubiera venido a otra cosa… no te digo yo que no hubiéramos escrito la tercera
parte de El Quijote.
—Puede ser. Pero por lo menos has sido amable y me has
contestado. Hay alguno que saca el móvil y se olvida del mundo… No olvides
tirar de la cadena, por favor.
Mi trato con con "él" es similar.
ResponderEliminarAunque cuando voy a por aguas mayores es más un menage a trois, incluyendo el ebook, libro o revista de turno.
Solo es más íntimo cuando voy a echar la pota, ya que me abrazo al artilugio con ganas y no veo el momento de soltarlo.
;) ;)