El fútbol no
se toca VIII
Eva Tacazo
—¿Siguiente?
—¿Qué
pasa, mamón?
—…
¿Perdón?
—…
—Ehhhhh,
siéntese y dígame en qué le puedo ayudar.
—Paso
de sentarme a ver tu cara de vicioso y putero. ¿Se lo cuentas a tu mujer?
—Perdone,
pero… creo que se está equivocando, ¡eh…!
—¡Calla!
Mentiroso, infame. ¿Les cuentas a tus clientes que les robas cada día lo que
puedes? ¿Les cuentas que les vendes productos que necesitan, como las hipotecas,
con intereses abusivos, y que además eres consciente de ello, de la bufonada de
la que tú participas, so payaso?
—Mire,
está faltándome al respeto aquí, en mi trabajo y voy a tener que…
—¿Ahora
te das cuenta, impotente? Cuéntales a todos estos que eres un impotente, anda.
¡Adivina quién me lo ha dicho!
—Alfredo,
llama a la policía que me estoy calentando y…
—Y
¿qué? Si todos sabemos que eres un cobarde y que te escondes detrás de la mesa,
y detrás de las vallas, y detrás de la pantalla.
—Pero,
¿qué dices? Tú estás mal de la cabeza. Y ya te estás pasando…
—¡Oh,
no me digas! Y ¿me vas a pegar? ¡Señores,
cállenme la boca o el cavernícola acomplejado este me va a pegar! Me va a pegar
unos azotes. Sí. Eso es lo que te gusta, ¿verdad? Los azotitos.
—A
ver, tú, ¿qué pasa aquí? Los clientes de este banco están avergonzados de verte.
Lárgate que te estás retratando.
—No
hablo contigo.
—Alfredo,
¿has llamao a la policía?
—Claro.
Ya vienen. ¿De qué conoces al flipao este?
—¡Yo
qué sé!
—¡Ah!
¿No lo sabes? ¿No te acuerdas de mí?
—…
El personal se transforma, cual Increíble Hulk, cuando se sienta en las gradas de un estadio (sobretodo de fútbol). Hace y dice lo inimaginable, sin tener en cuenta más que el darle gusto a la lengua y soltar sus instintos primarios. Cuando sale del campo vuelve a ser ciudadano de calle, normal y corriente, que se queja y sorprende de todo lo que él ha hecho y dicho en el campo.
ResponderEliminar¡Alucinante!
Ja ja. Mira, la primera vez que fui a ver un partido trascendente fue hace unos 8 años, a mi equipo —uno de los grandes, pero no importa cuál sea— contra el otro grande. Me senté en la grada. Cuando salió el equipo contrario, empezaron a pasar como balas por mis orejas pitos e insultos de todo tipo... Me asusté, Javier, era puro odio. Aún lo recuerdo y me violenta. Era todo muy agresivo, a cuál peor: «Ron...ho, ojalá te mueras, y tu madre y tu hermana detrás», pero nada de risas, chillando como cochinos en matadero. Se lesiono uno y encima le cayó una tormenta de «hijoputa», «jódete», «muérete»... Me pregunto si en Roma era así, o si ha mejorado, o si ha empeorado, o si estamos igual. Suena a tópico pero es exactamente lo que has descrito: se transforman. Mira que a mí me apasiona el fútbol, jugarlo y verlo, y puedo entender que un jugador a veces se caliente porque somos humanos y la presión y tal, pero ¿un espectador? ¿No es más sano disfrutar, verlo, comentarlo, opinar, apostar?
EliminarParece que el fútbol lo justifica todo. El hombre ya no es la medida de todas las cosas, el fútbol es la explicación y justificación de todas las actitudes y comportamientos. El humanismo quedó superado: "viva la irracionalidad".
EliminarVivir para ver.