El nuevo
juguete
Díptero impertinente y El niño cielo
Mesa
larga, roble, interfonos, pantalla.
Traje
y corbata, maletín, barriga, afeitado al ras, colonia barata, papeles… Intenso,
memorietas, sonrisa espléndida y tierna, muy ensayada:
—¡Buenos
días, señores!
Sillas
cómodas, piel.
Traje,
corbata, reloj de oro, tres móviles, llaves del coche, barriga. Despreocupado,
egódoxa.
—Ya
estamos todos, Miguel Ángel. Ponnos al día.
—Enseguida,
señor Fraguas. Organizo y empiezo.
Traje
en dos colores, corbata con brillo, reloj bañado, dos móviles y una Tablet
último modelo:
—Falta
Félix, que está en la puerta. ¿Le hago pasar?
—Sí.
Cuanto antes…, ¡que tengo la agenda que tira humo!
—¿Qué
te dije, Miguel Ángel? ¡Trabajo hasta arriba lleva el señor Fraguas!
—Me
hago cargo.
Por
la puerta. A la silla. Vivaz, adivino, casi mágico, expeditivo, currela y
resilente.
—Buenos
días.
—¿Qué
tal?
—Félix
es nuestro Gestor de recursos.
—Excelente.
Pues empezamos ya… Bueno, pues como le comenté a Agustín, que ya salió en el BOE
en marzo, la nueva normativa ofrece la posibilidad de invertir en cursos de
diseño de la mejora cualitativa. Nuestra oferta requiere mi visita, supervisión
y organización durante un año formacional laboral, que mejora a los empleados,
el rendimiento y la productividad, y tres años más de recopilación de datos
informacionales directos de ordenación inclusiva, con el correspondiente título
de Gestión Administrativo-Empresarial De Implementación Cualitativa, el GAEDIC.
—Brillante.
—Admirable
presentación, Miguel Ángel. Señor Fraguas, ya se lo dije. Es lo último en
inversión de mejora. Se está desarrollando en EEUU.
—Y
más. Ahora mismo copamos y abarcamos Argentina, Croacia, Islas Feroe…, por
poner ejemplos mundiales. La última empresa que visité ayer mismo para el
cierre a 5 años aumentó su productividad de un 25% a un 85%, y manteniéndose. En
breve no habrá empresa que no gestione a través del paradigma GAEDIC.
—Bueno,
con su permiso, yo todavía no lo he entendido totalmente. ¿Puede especificar?
—Félix
no le interrumpas.
—…
—No,
no pasa nada. Sí… Las especificaciones no puedo desarrollarlas porque
estaríamos aquí hasta las tres, y de hecho se desarrollan durante el curso que
para eso está, pero puedo adelantar el formato si lo necesita.
—Lo
necesito.
—Félix,
por favor, que para eso está el curso.
—Es
que el que lo tiene que procesar y transmitir a nuestros empleados, con lo que
eso supone, soy yo. Si no me queda claro…
—Félix
es un talento…, ¿cómo diría yo? ¡Es nuestro talento!
—Sí,
es nuestro talento.
—Él
vela por mis, nuestros intereses. Y lo hace bien, todo hay que decirlo. A cada
cual lo suyo.
—A
cada uno lo que merece.
—Sin
embargo, Félix, recuerda mi agenda…
—Recuérdalo,
Félix…
—Ya.
Por supuesto que la recuerdo, señor Fraguas, pero… Yo solo…, en fin, que no lo
he entendido. ¡O sí! Es que me ha parecido el mismo perro con distinto collar.
Traje
y corbata, maletín, barriga, afeitado al ras, colonia barata, papeles… Intenso,
memorieta, menos sonrisa y algo despreciable también.
—¿Cómo?
—No
sé. A ver: hace siete años nos embarcamos en el Sistema de Administración Por
Procesos Coyunturales, ¿lo conoce?
—Sí,
lo recuerdo. No es nuestro, quede claro. Aquello fue un fracaso y se veía a la
legua. Nosotros
—Ya
pero quiero decir que la base era la inversión de recursos en Coyunturas. Fallos
o debilidades, aciertos o fortalezas, coyuntura directiva, coyuntura deictiva y
coyuntura trasplacional. ¿Lo recuerda usted también?
—Sí,
sí. Ya le digo que
—Aquello
no sirvió de nada. Quiero decir que, tras mucho tiempo dedicado y tal, no lo
pusimos realmente en práctica y hace 1 año lo abandonamos. Además, luego
cambiaron la legislación y
—Ya
pero ahí no entramos nosotros que...
—Y
quince años antes, ¡eh!, yo llevaba apenas dos años aquí, tuvimos la Ley de
Procesos de Inventiva Proyectiva. Y esa sí era suya…
—Bueno,
era nuestra pero yo no estaba allí por aquel entonces. Yo llegué en el...
—Da
igual. Eso da igual. Aquello de la proyección de las Inteligencias y la
direccionalidad con predatos y tal yo lo vi ya un bizcochito y mire dónde
quedó.
—Pues,
mire, Félix, lleva usted razón, lo admito. Aquello fue una desbandada de
cuervos que nos dejó out, a nosotros
y a EEUU y demás. Pero déjeme que le diga una cosa como estudioso del tema: la
idea era buena, buenísima, pero hay circunstancias que ocurrieron, y ustedes
saben a qué me refiero, que no permitieron al plan despegar.
—Claro.
—Y
tan claro. Félix, como se suele decir, tú acababas de llegar, hombre.
—…
—Por
cierto, caballeros, ya que esto se está alargando…, ¿nos tomamos un café?
—Ah,
pues sí, vi una máquina en la puerta antes de llegar y dije luego cuando salga…
—No,
no. De esa no. Espere.
Interfono.
Botón.
—Suárez,
tráigame el café en grano de mi despacho… ¡Este me lo traen de Manizales,
Colombia! Y va con una máquina especial que
—Señor
Fraguas, ¿dónde se lo dejo?
Café
y máquina cromada brillantísima, ¡un espejo!
—Aquí,
aquí encima. A ver, ¿cómo se ponía esto? Sí, era por aquí. No, esto no… A ver… Félix,
¿te acuerdas tú?
—Por
supuesto. ¿Cuatro tazas?
—Si
tú tomas entonces cuatro.
—Como
le decía, Félix, las mejoras después de todos estos años de estudio son
efectivas. Buscamos la eficiencia del empleado, de la gestión y la
productividad.
—Productividad
es eficiencia.
—No
si no tiene usted cronogramas.
—¿Cómo?
Sonrisa
espléndida y tierna, muy ensayada:
—Claro.
Ya sabía yo que el nombre le iba a resultar interesante. Pero es un adelanto,
no puedo profundizar mucho. En EEUU nos dimos cuenta de que el tiempo es oro.
—Oiga,
eso lo sabe mi abuela.
—Déjale
acabar, Félix.
—Félix,
por favor, déjale acabar, a lo mejor aprendes algo.
—Gracias.
Decía que el tiempo es un recurso muy valioso al que no prestamos suficiente
atención. Creemos que más tiempo es mejor trabajo. Eso no es así.
—Ya
lo sé. Aquí gestionamos el tiempo. Yo mismo me encargo.
—Sí,
pero ¿en base a qué? ¡Eh!
—Pues
nosotros
—¡Ahhhh,
esa es la cosa! Para eso tiene usted los cronogramas. Y cada cronograma es un
medidor, un dato, un indicador que nos permitirá hacer un balance final. Por
ejemplo, ¿ustedes saben ya cuánto dedica cada empleado a su tarea? Y lo pregunto
con exactitud matemática.
—Matemática,
matemática no, es que
—Ahhh,
¿ves, Félix?
—Sí,
¿ves? ¿Es que no estudiaste matemáticas? Pues son para aplicarlas.
—O
sea, hay que hacer un cronograma, un medidor del tiempo exacto de cada tarea de
cada trabajador. Y ¿para qué exactamente?
—Para
saber matemáticamente cómo rinden y si se puede mejorar su rendimiento.
—Ya
veo. Quiere decir que si un empleado utiliza treinta minutos para descansar y
almuerza, y le sobran once minutos, por ejemplo, ¿debo reducirle el tiempo de
descanso que no utiliza? O, si necesitan ir a mear, ¿acaso hay un número
determinado de meadas?
—¡¡Félix!!
—…
—Bueno,
nosotros ofrecemos la captura de datos en base a una organización eficaz de
recursos, entre ellos el tiempo, pero no vamos a decirle qué debe hacer usted
con el empleado porque esas son decisiones internas, como usted comprenderá y
nosotros no somos nadie para intervenir. Nosotros señalamos. Pero algo va
pillando, ¿lo ve? Los estudios médicos y estadísticos determinan que, si una
persona no bebe más de un vaso de agua en 4 horas, una sola meada de 39
segundos, +-5, es más que suficiente, lo cual además ayuda a mantener el
control de esfínteres, que para la vejez es ideal. Y si van más veces ya es
cosa de vicio. Y todo esto sin hablarle de las tres ces y las cinco emes.
—¿Las
tres ces…? Ya… Bueno, señor Fraguas, yo creo que no necesito escuchar más y el
señor Miguel Ángel tampoco está por la labor…
—…
—Así
que yo creo que esto no sirve de nada, es otro programa engañabobos sacadineros
vendehúmos. Podría poner mil ejemplos de esto en la vida diaria: telefonía,
coches, electrodomésticos...
—Bueno,
bueno, Félix. Es suficiente, que te aceleras.
—Eso,
queeeeeee te pones como una moto y…
Ha
perdido visión. Pero ha ganado resilencia.
—Yo solo
doy mi opinión. Es para lo que me pedisteis que asistiera. «Escucha y danos tu
opinión», y eso he hecho.
—Por
supuesto, Félix, para eso te llamamos. Y ahora ya tomo yo la decisión. Me
entiendes por dónde voy, ¿no?
Menos
mágico, menos expeditivo, menos vivaz.
—Sí,
sí, señor Fraguas.
Tres
horas más tarde, cafetería El reducto.
—¿Qué
pasa, Félix?
—Aquí
andamos, y ¿tú qué?
—Limpiando,
ya ves.
—Te
veo un poco… abatible.
—Es
que me ha llegao una carta con la nueva Normativa Tributaria de Implementos
Estancos De Estimación Objetiva Directa.
—Y
¿eso?
—Lo
mismo que los módulos aquellos de los 90, ¿te suenan?, pues con otro nombre.
Total, a pagar más. ¿Te pongo un café?
—No,
no, café no, que me va a indigestar hoy.
—Pues
yo me voy a poner uno con tu permiso.
—No,
hombre, Aristóteles, no te lo tomes, que te amarga. Saca para los dos un anisete,
que hoy juega el Getafe. ¡Celebrémoslo!
¡Hay que ver para creer! Excelente retrato del día a día de muchas empresas (la mía también) metidas en los vericuetos del palabrerío inútil y de presuntas nuevas técnicas/tácticas/procedimientos, que permiten a los "espabilados" vivir a costa de los demás.
ResponderEliminar¡Cómo te entiendo, Félix!